Cuando te fuiste decidí olvidarte, no era asunto sencillo, no dejaba de pensar en ti. Así que decidí meter todos tus recuerdos en una cajita, era pequeña, igual que tu paso por mi vida. Fui metiendo en ella los primeros mensajes. Con el paso del tiempo la cajita se fue llenando con tus chistes malos, tus gustos raros. Incluso esa sonrisa que ponías al verme. Todo fue a parar a esa pequeña caja. Cuando hube terminado de llenar la cajita contigo la sellé con cadenas de olvido, candados de indiferencia y tiré la llave. Luego me di cuenta de que en esa cajita había puesto también una parte de mi. Una que nunca voy a recuperar y debo aprender a vivir sin ella.