Montañas que no reblan

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Amo a mis montañas, y odio mis pantanos

odio ver naufragar los pueblos contra las rocas

de los altos picos, del techo del mundo

contemplando con insignificancia a sus gentes


El vaivén de las olas de cresta de espuma

de sus aguas rompen en los acantilados

de la burocracia y la violencia

de un pueblo que no quiere al pueblo


A veces pantanos sólo de lágrimas, no agua

pero casas dinamitadas y desalojadas,

recuerdos de infancia que sólo se recuerdan

cuando la infancia ha muerto apresurada


Los mercenarios no usan espadas, son ingenieros

que con regla y compás arrancan un pedazo de tierra

a las órdenes de su amo y señor, contra las gentes

de estos bellos parajes montañeses.


Montañeses, sin reblar

la rasmia de un pueblo orgulloso

no pretendáis abandonar vuestro tesoro

vuestra casa, familia, vida y negocio

sólo porque un mercenario lacayo

sin pensar más que en su propio sayo

hunda vuestro barco a cañonazos

de desamortizaciones y desalojos


Serán tiempos duros, montañeses

duros para quien lo que quiere

es dejar a sus hijos un pueblo

y no condenarlos al exilio, lejos

de la historia orgullosa

de los hijos de la montaña.    

Memorias de un montañés erranteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora