I

1 0 0
                                    


Sara era una chica insegura que esperaba al hombre de su vida. Tampoco era fea, más bien una chica normal. En realidad, no había estado con muchos chicos a lo largo de su vida. Ella confiesa, un poco avergonzada, que no se dio el primer beso hasta los diecisiete y fue porque un baboso de una discoteca se lo robó mientras bailaba. Por eso, con sus treinta y dos años, esperaba verse como una princesa al lado de su príncipe azul y comer perdices hasta el final de su historia. Se inscribió en varias agencias de parejas de Internet, para ver si era capaz de encontrar su media naranja. Pero nada, era incapaz de encontrar a su amor verdadero. Podríamos decir que la vida amorosa de Sara era un desastre.

Un día mientras miraba la televisión de madrugada, encontró un anuncio que le pareció interesante. Decía así "¿Cansada o cansado de no encontrar a nadie que le corresponda? ¿La persona por la que sus ojitos brillan no responde a sus encantos? ¿Ha intentado de todo para que caigan rendidos a sus pies y nada? Tranquilo, con este Pequeño Cupido todos tus problemas se han acabado. Olvídese de los horribles perfumes con hormonas, de la ropa ajustada, de los calurosos trajes o los tacones altos. Gracias a este innovador cupido logrará conquistar al inconquistable y avivar una llama jamás imaginada en su corazón. Todo lo que tiene que hacer es poner en marcha al cupido, configurarlo según sus gustos y él sólo disparará flechas de amor. Gracias a nuestro innovador software, su futuro amor le reconocerá al instante y así caerá rendido a sus pies. ¡No lo dude más! Llame ahora y hágase con su Pequeño Cupido. Además, si se encuentra entre las cien primeras llamadas, recibirá un paquete extra de pilas para que su Pequeño Cupido aletee durante más tiempo."
Sara se debatió entre llamar o dejarlo pasar. Los anuncios de teletienda casi nunca decían la verdad sobre sus productos. Pero, ¿y si era cierto? Al menos el querubín era simpático y volaba solo.
– ¡Qué demonios! – dijo en voz alta. Se levantó del sofá, cogió el teléfono, marcó el número que había estado en pantalla y realizó la compra.
Al cabo de dos días ya tenía el paquete en su casa. Era una bonita caja rosa con unas letras grandes en negro que decían "Pequeño Cupido" y estaba adornada con dibujos de corazones y querubines. Abrió la caja muy nerviosa. En su interior se encontró un libreto de instrucciones, dos paquetes de pilas gordas y una especie de robot rosa con bucles rubios en la cabeza. Tomó en sus manos el angelote, que tenía el cuerpo suave y rollizo, cosa que le sorprendió mucho, ya que esperaba encontrar un muñeco más grotesco. Los ojos del robot estaban cerrados y sujetaba un arco en una de sus manos. Una aljaba sin flechas y unas alas con plumas le adornaban la espalda, mientras que unos pañales de color azul pastel era la única ropa que llevaba. Podría perecer un bebé de juguete, como los que ella recordaba tener de pequeña, pero que cabía en una mano. Abrió el manual de instrucciones del cupido para leer cómo debía de activarlo para que empezase a funcionar. Según el libreto, debajo de los pañales había un hueco donde debían ir las pilas. Sara se las puso y volvió a dejarlo todo como estaba. En cuanto la energía empezó a fluir por el muñeco, éste abrió los ojos. Sus alas se extendieron y se batieron en el aire mientras el cupido flotaba. En ese momento, unas flechas como si fueran de luz aparecieron en la aljaba. Las instrucciones pedían al cliente que le indicase al robot el nombre del dueño.
– Me llamo Sara Hernández – dijo poco convencida. El cupido la miró y le escaneó la cara.
– Hola Sara, soy Pequeño Cupido número de serie 6.022.141. He sido diseñado para conseguir tu amor ideal por doce horas. Al adquirirme has aceptado la política de la empresa y a seguir las leyes de tu país respecto a asuntos amorosos.
– Dios mío... Esto es asombroso.
– Antes de comenzar tienes que responder a unas cuantas preguntas respecto a cómo es tu amor ideal. ¿Te gustan los hombres o las mujeres?
– Los hombres.
– ¿Altos o bajos?
– Altos.
– ¿Rubios, morenos o indiferente?
– ¿Indiferente?
– ¿Edad?
– Sobre los treinta.
– Define cuatro características ideales.
– Cariñoso, atento, divertido y protector. Pero realmente tengo muchas más... Digamos que esas son las imprescindibles. Además...
– Bien, con esto hemos terminado las preguntas. Ahora puedes empezar a usarme cuando lo desees. Si quieres desactivarme, tengo un botón detrás de la cabeza. Cuando quieras que vuelva a activarme, púlsalo de nuevo.
Sara estaba un poco confusa pero emocionada. Si el robot daba resultado, imaginaba una gran cantidad de posibilidades para poder encontrar el amor verdadero. Decidió que lo probaría el día siguiente. Apagó al angelote y se fue a acostar.

Cupido desatadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora