Capítulo 2: Así fue cómo te conocí

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                                                                                 SENTIMIENTOS

                                                                                      Capítulo 2

                                                                        "Así fue cómo te conocí"

Aun recuerdo cómo te conocí. Hacía muy poco que había llegado a la cuidad, cuatro meses tal vez, trabajando en un restaurante como mesera, recién iniciando la época universitaria. Quería ser completamente independiente y para eso debía costearme la vida por mí misma, no con las tarjetas de mi abuelo Satán o el dinero que papá quería darme, sólo lo aceptaba cuando era realmente necesario. Y un día como cualquier otro, pregunté la orden de un cliente, atractivo por cierto. Una vez ordenada la comida, realicé la entrega.

—Gracias —dijo el cliente.

—De nada, si desea otra cosa estaré ahí —indicó con su mano hacia un extremo del lugar. Con eso y dispuesta a irse, se detuvo cuando lo escuchó.

—¡Hey!

Pan miró hacia atrás— ¿Si? ¿Desea algo más? —preguntó.

—Si —dijo observándola directo hacia sus ojos—, ¿a qué hora terminas el trabajo?

—¿Cómo dice? —su cara de confusión, lo decía todo.

—¿A qué hora sales, linda? —volvió a repetir.

—¿Eh? Si es lo que estoy pensando, no gracias —le contestó con cara de fastidio—. ¿Desea ordenar algo más? —siguió con su rol de mesera.

—¡Oh, vamos! —le guiñó un ojo—. ¿Quieres salir esta noche? —el cliente la miró de pies a cabeza, sin pudor alguno.

—Como ya le dije, no gracias —contestó con tono más duro. Pensando lo desagradable del hombre.

Pan ya tenía casi veinte años de edad, era muy diferente a como todos la recordaban, ya no era la niña de cabello corto con la pañoleta naranja en la cabeza y cadenas metálicas en el pantalón, no. Se había convertido en una joven chica, atractiva para los hombres; alta, de cuerpo atlético y estilizado que obtenía gracias a sus entrenamientos, su cabello negro, liso y largo hasta la cintura, con ojos negros grandes y profundos, con nariz pequeña como la de su madre y unos labios que siempre mostraban una sonrisa tierna.

—Vamos linda, es sólo para conocernos —el sujeto volvió a insistir.

—No, gracias —contestó fingiendo una sonrisa, mientras pensaba: Espero que no vuelva a insistir o sino se las verá conmigo. A estas alturas ya estaba bastante enfadada con lo insistente del cliente.

—Bueno... —extrajo su billetera— aquí dejo tu propina —dijo dejando sobre la mesa una cantidad exorbitante de dinero—. Ten, cógelo, creo que una jovencita como tú debe estar estudiando y eso, de seguro, lo necesitas. ¿O me equivoco? —preguntó con aire de superioridad, y Pan lo odió de sobremanera.

—¿Acaso me estas ofreciendo dinero para salir contigo? —preguntó sin poder creer lo que el hombre estaba tratando de decir. Apretó los puños: ¡Pero quién se cree este tipo!

—Pues esto no es nada. ¡Vamos! Es sólo una noche, ¿te parece? —sugirió descaradamente.

—¡¿Pero quién te crees?! ¡Eres una mier... —cuando estaba por seguir con su ataque verbal hacia aquel hombre desagradable, un segundo sujeto aparece tras ella.

—¡Oye! —la voz del nuevo hombre se escuchó—. Supongo que habrás entendido el no de la señorita. ¡No insistas! —decía el defensor.

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