Día 3

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Eran las tres de la mañana y no podía dormirme; me había hipnotizado mirando aquel cielo estrellado y anhelaba volver a ver mi estrella para darle las gracias por el detalle de haberme cruzado con el chico de la tabla de surf. 

Intenté contarlas pero ni eso logró dormirme, eran tantas y tan lindas cómo nunca las había visto. 

En la ciudad se distorsionan estas luces naturales por tanta contaminación visual con la que vivimos, carteles luminosos y ciudades que nunca duermen quieren opacar ese pequeño brillo de cientos de estrellas. El hombre quiso crear algo mejor, quiso asemejarse a la grandeza natural pero solo logró eso, destruirla y privarnos de la verdadera belleza, que solo se alcanza apagando todo y mirando al cielo. 

Las pequeñas estrellas empezaron a desaparecer, eso quería decir que pronto iba a amanecer. 

El cielo se tornaba naranja, un poco gris y con pequeños reflejos rosas, nunca había visto algo parecido, sonreí y entre cerré los ojos; debía dormir, si es que deseaba estar en la playa tenía que estar reluciente, pues el chico de ojos grises seguro me estaría buscando y la idea no era espantarlo. 

Soñé con el, otra vez, estábamos tan cerca, nuestras miradas se cruzaban y un beso estaba a punto de cerrar ese momento mágico cuando de repente, de sus labios salió un "nos vamos a la playa cariño" hice la sonrisa mas grande de todas, me había llamado cariño, pero ¿por que había sonado a mi padre? ¿le habrá cambiado la voz? un momento, esos ojos marrones y esa barba... Oh por el amor de Dios es mi papá...

-!Despierta! -Gritó mi padre quitándome las sabanas.

un escalofrió recorrió mi cuerpo y sin pensarlo dos veces me levanté de un brinco, tratando de abrir los ojos y con las manos en alto solté

-!Era un sueño! tranquila... -boté aire

-Vin, te estamos llamando hace horas, son las dos de la tarde y hemos perdido la excursión- Soltó mi padre un poco molesto.

-Perdóname no los he escuchado... soñé contigo papá y no era precisamente el mejor sueño... 

-Tu madre y yo iremos a almorzar al puerto -dijo interrumpiéndome y levantando la voz  -necesito que te quedes, me llamaron de la oficina y en media hora Santiago estará aquí, me va a dejar unos papales, así que, date un baño de agua fría así te despiertas...

-Pero, pero... 

-Te quiero hija, nos vemos mas tarde -Me dio un beso en la frente y se fue cerrando la puerta

-Yupi, vacaciones -Solté entre dientes.

Caminé con la poca energía que tenía hacía el lavamanos, me miré en el espejo y mi cabello estaba en todas las direcciones, ni la gravedad podía aplastarlo. Me lavé la cara con agua fría y me quedé dos minutos contemplando la belleza del jabón que estaba justo al lado del grifo; volví a la realidad y me metí a la ducha, estaba muy dormida, tanto que comencé a bañarme con las medias puestas.

Bajé un poco mas despierta, el agua, como bien lo había dicho mi padre, me iba a despertar ya que el agua caliente no funcionaba y solo recibí un potente chorro de agua congelada en mi cándido e indefenso cuerpecito.

Me preparé el desayuno, nada complicado, cereal con leche y un poco de fruta picada y me senté en la sala, a esperar.

se me arrugó la nariz y casi devuelvo la cucharada cuando recordé a quien debía esperar: Santiago.

Era compañero de mi padre y su mano derecha; él había sido de mucha ayuda para la compañía en un momento critico  y ahora ocupaba el puesto de vicepresidente, este puesto lo consiguió por el buen trabajo que hacía, lo responsable y maduro que era a la hora de tomar decisiones, y claro, por que fue mi novio por dos largos años y le rogué a papá que lo contratara; es decir por mi.

El Chico De La Tabla De SurfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora