En ese barrio estaba ella. Viendo cada rincón, recordando con detalle cada momento de su infancia. Cómo lo había vivido, con quiénes pasaba sus tardes, con quiénes jugaba en la calle y con quiénes no. Pero en ese momento se acordó de un recuerdo no muy grato de una tarde, le empezaron a sudar las manos, a temblar todo el cuerpo, a marearse hasta que se desmayó en esa esquina.
La ayudé a levantarse, pero me observó con miedo. Me dijo gracias y se fue. Me quedé pensando en esa chica, que le habrá pasado al desmayarse así. Intenté seguirla, solo conseguí ver que entró a una casa, pero nada más. Me quedé con las ganas de preguntarle que le pasó, si estaba bien, ayudarla. Me arriesgué y toque el timbre de aquel domicilio. Salió una señora mayor, le pregunté por una chica, que había entrado hace unos minutos. Me dijo que ella estaba sola y que no había entrado nadie. Me quedé asustado y confundido. Le dije gracias y me fui.