De camino al lago

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Michael había pasado un brazo por encima de mi hombro, y así camimabamos observando a la gente que pasaba.

-Oye, mira allí - dijo señalando a la acera del otro extremo.

- ¿Y eso?

Parecía un pasacalles de una compañía de circo. Habían malabaristas, payasos, magos y domadores de animales.

-Vamos a sentarnos y cuando terminen de pasar seguimos hacia el lago.

Nos sentamos y de repente se vio una gran llamarada. ¡Que sorpresa cuando descubrimos que salía de la boca de un artista del circo!

-¿Lo has visto? -preguntaba Michael sorprendido.

Esas cosas me recordaban que Michael siempre tenía la ilusión de un niño pequeño.

-Sí, ¡qué impresionante!

Se levantó casi sin escuchar mi respuesta y se mezcló entre la multitud para ver lo más cerca posible el espéctaculo.

Lo seguí instintivamente siguiendo los rizos de su cabeza. En esos momentos me alegraba de lo alto que era.

Los artistas avanzaban y la multitud me arrastraba en dirección contraria a la que quería caminar.

Entre empujones quedé cerca de la jaula de un tigre de pelaje blanco que tenía una mirada misteriosa.

Retrocedí unos pasos, y me di la vuelta dándole la espalda a los del circo. Levanté la cabeza intentado encontrar a Michael.

Ni rastro.

Odiaba la multitud porque me llevaba y no conseguía caminar hacia donde yo quería.

Me intenté ubicar, todavía estaba en la calle donde estabamos caminando hace unos minutos.

¡Oh, no!

Giraron en una esquina, y con ellos todo el público que les aclamaba y se sorprendía con sus habilidades.

No pude hacer nada más que dejarme llevar, lo contrario sería que me apisonaran cientos de personas que se iban uniendo a la gran masa.

"¿Michael, donde te has metido?" Me pregunté sin ver ningún rastro de él.

Sentí de nuevo como la gente giraba en una bifurcación y me arrastraban, de nuevo.

"¿Cuándo va a terminar esta tortura?"

Por no perder la esperanza intenté nuevamente hallar a Michael, pero parecía que hubiera desaparecido.

Me convencí de que ya no podía encontrarlo y que lo único productivo que podía hacer era separarme de la multitud.

Tras muchísimos empujones, dados y recibidos, llegué al final de mi objetivo y pude volver a ser la persona que dirigiera mis pies.

Observé como el pasacalles se alejaba y deseé con todas mis fuerzas que Michael ya se hubiera separado de ellos, porque sino mi llamada sería una pérdida de tiempo.

Marqué su número y me puse el móvil pegado al oído. Depués de escuchar diez tonos saltó la contestadora:

"El móvil 689087142, al que usted ha llamado, está apagado o fuera de cobertura"

Mostré mi cara de descontento absoluto sin que me imporatara quién pudiera verme así.

Intenté averiguar en qué calle de la ciudad estaba, pero no había estado allí en mi vida.

Lo peor fue que ni siquiera sabía cómo volver a la avenida donde había visto por último a Michael.

Me senté un momento en un banco para revisar la última conexión de Michael en Whatsapp.

¡Vaya desastre! No se había vuelto a conectar desde que me mandó el mensaje invitándome a salir. Muy probablemente se hubiera dejado el móvil en su casa.

Por La CiudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora