La llamada

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Por inercia iba a llamar a mi madre, que conocía todas las calles de nuestra ciudad casi mejor que a mí y a mi hermano Luke, pero recordé que estaba de viaje. Además no le hubiera hecho ni pizca de gracia que me hubiera perdido.

Lo único que podía hacer era llamar a Luke.

-Oye, Luke - dije para que me prestara atención y dejara de decir boberías. - ¿Cuánto te falta para terminar el turno?

-Tres horas, ¿por qué? Oye, ¿son cosas mías o necesitas ayuda?

-Pues la verdad es que sí. Es una historia larga, pero termina conmigo en una calle perdida llamándote a ti.

- ¿QUÉ? - gritó dejándome el oído taponado- ¿Tú no te ibas a quedar en casa haciendo un trabajo de matemáticas? Sabía que no te tenía que haber dejado en casa... Pensaba que eras más responsable.

- No seas injusto, Luke. Ya me echarás la bronca en casa, ahora necesito que me ayudes.

-Pues no sé qué hacer, ya se terminó mi descanso y no me van a dejar salir. ¿Por qué no llamas a Michael? Él conoce bastante la ciudad, seguro que te puede ayudar.

- A ver, Luke, yo estaba con él, nos separamos y una multitud me arrastró hasta aquí.

- ¿Ya no estás saliendo con Michael? ¡Pero si se les veía genial!

- ¡Ay, no seas idiota! Con que nos separamos me refiero a que estaba con él, vimos un pasacalles de un circo y con el montón de gente que había nos separamos fisícamente, no hemos dejado de ser novios.

-¡Ah! -suspiró aliviado.- Llamalo, entonces.

-Ya lo llamé, me salé como apagado o fuera de cobertura.

-Pues inténtalo de nuevo, si no te contesta llámame y vemos qué hacemos, ¿sí?

-Está bien. Si me contesta te mandó un mensaje para que no te quedes preocupado.

Colgué y al mirar la pantalla descubrí que tenía cuatro llamadas de un número desconocido, y bastante largo.

Todavía estaba marcando el número de Michael cuando me volvía a llamar el mismo número desconocido y largo.

-¿Sí?

-¡Hey! Soy Michael.

- ¿Dónde estás?

-En la cabina de teléfono que está al lado del banco. De todos modos, ¿dónde estás tú? Cuando volví al banco ya no estabas.

- Te intenté seguir, pero la gente me arrastraba y te perdí de vista. Luego lo único que pude hacer para no morir -añadí exagerando- fue dejarme llevar. Ahora no sé en qué calle estoy.

- Dime qué ves. No debes estar muy lejos.

-Pues hay una plaza pequeña con una fuente en medio, y en la otra acera hay tres edificios recidenciales. No hay ninguna cafetería, creo.

- Me parece que sé donde estás. Acércate a la plaza rápido y dime qué dice la placa. ¡Corre, se me acaban las monedas! - añadió.

Me dí bastante prisa y leí en voz alta:

"A veces los deseos se cumplen, por desear no ocurre nada."

-¡Ah! Estás a unas calles de aquí. Espérame, iré rápido. Besos.

Colgamos, por suerte Michael no llegó a escuchar mi suspiro. Es que me llenaba de ternura que él fuera tan cursi, siempre decía "besos" al despedirse, aunque nos fueramos a ver en cinco minutos. Decía que nunca sabría cuando sería la última vez que me hablara.

Me senté en un escalón a esperar a Michael. Que ridícula era la situación, mira que perderse de esa forma.

Recordé que le había dicho a Luke que le mandaría un mensaje, así que así hice.

Por La CiudadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora