Llegaron en seguida a casa de Derek. Daniela se sentía más nerviosa que nunca y no sabía por qué. Había estado en casa de Derek millones de veces. Fiestas, cumpleaños, estudios... había un sinfín de motivos por los que Daniela había estado en esa casa, pero esta vez, sin embargo, se sentía como si fuera la primera de todas. Tenía el estómago encogido, como aquella vez que tuvo que dar un discurso de agradecimiento en una fiesta de fin de curso delante de compañeros, padres y profesores. Pero aquello no tenía nada que ver con dar ningún discurso, aunque sí que tenía que intentar mantener el tipo subida a esos tacones que ya desde primera hora de la mañana habían sido su mayor preocupación. ¿Qué diferencia podía haber entre las anteriores veces que había ido a casa de Derek y ésta? Ni si quiera las veces que había ido a estudiar y habían estado los dos solos se había sentido así. Su madre la sacó de sus pensamientos:
- Daniela... ¿vas a bajar? - dijo Alison al ver que su hija no parecía tener la menor intención de bajarse del coche.
- Claro mamá, perdona, estaba pensando.
- ¿A qué hora te recojo? ¿Sobre las 18:00?
- ¿Qué dices mamá? ¡Pero si son casi las 16:30! ¿Qué tal a las 21:00?
- Ni hablar señorita, a las 20:00 en punto estoy aquí. Tienes que cenar y acostarte pronto. Recuerda que mañana empiezan las actividades en la escuela de verano que ha organizado la asociación de vecinos.
- <<" Vaya, no me acordaba... Pero me apetece mucho empezar, la verdad. Gente nueva, amigos nuevos.. Ojalá sea tal y como yo espero...">> - Tienes razón mamá. A las 20:00 entonces estaré lista.
- Más te vale Daniela. Espero que no me hagas entrar a buscarte. - dijo Alison en un tono que a su hija no le era para nada familiar mientras arrancaba el coche.
Daniela se quedó mirando cómo su madre se marchaba. Se había quedado un poco preocupada. ¿Por qué de repente su madre le hablaba así? Era impropio de ella. Alison era todo lo contrario a lo que acababa de ver. Se caracterizaba por ser una mujer soberanamente dulce y por tener un saber estar y una paciencia envidiables. Jamás, en sus casi dieciseis años, Daniela había visto a su madre enfadada. Y si alguna vez había habido un pequeño atisbo de enfado, era porque tenía grandes razones para ello. Pero no había pasado nada. Hasta donde ella sabía, incluso Conor se estaba portando bastante mejor de lo que solía hacerlo normalmente.
- <<" A no ser.... ¿tendrá algo que ver con el hombre que ha venido a visitar a papá por esos asuntos de trabajo?">> - pensó la joven entre sí.
Pero decidió que era mejor no darle vueltas; quizá habían sido imaginaciones suyas. Así que se armó de valor, respiró hondo y se dirigió hacia la puerta de entrada de la casa de Derek.
- ¡Hola Daniela! Pero que guapa estás... - dijo Karen, la madre de Derek, al tiempo que daba un fuerte abrazo y un beso a Daniela. - Pasa al jardín cielo, te están esperando.
Daniela hizo caso y se dispuso a cruzar la casa hasta el jardín. Conocía aquella casa como si fuese la suya propia. Al entrar, había un pequeño recibidor con un espejo, un perchero y un cajoncito donde guardar las llaves al llegar. Seguidamente y hacia la izquierda, se encontraba el salón, un gran espacio abierto y lleno de luz donde tantas tardes habían jugado Derek y ella cuando eran pequeños. Dos sofás y un pequeño mueble donde descansaba la televisión, además de una gran alfombra en el centro, era lo único que amueblaba esta parte de la casa. Pero en una de las esquinas del salón, pegado a un gran ventanal estaba su lugar favorito de la casa. Allí había un precioso piano de cola blanco. Karen era una apasionada de la música y siempre había querido tener un piano como ése, así que su marido se lo regaló en uno de sus aniversarios de boda. Pero lo que realmente le encantaba a Daniela era escuchar a Derek tocar alguna de las piezas que había aprendido en sus siete años de clases de piano. Le traía tantos recuerdos aquel rincón, que podría decirse que era uno de sus lugares preferidos en el mundo. Después pasó por la cocina, donde también se comía en el día a día, y finalmente llegó al jardín. Nada más abrir la puerta, tenía a Valerie Smith pegada a ella.
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EL LEGADO DE DANIELA KINDELAN
Teen FictionDaniela es una chica de 15 años, nacida en Londres, a la que actualmente le preocupa todo lo relacionado con el verano que está por venir y con Derek, el amor de su vida. Pero la vida de Daniela dará un giro de 360º cuando descubra que no a estado s...