Capítulo 1

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AVISO: Puede contener faltas de ortografía  


<< ¡Pip!>> sonó el timbre de la última clase.

Ya llevaba una semana en el instituto – era lunes - y todo había pasado de lo más normal. Sí, claro. Todo lo que se le puede llegar a decir normal al hecho de haber salido corriendo cada vez que me encontraba al chico guapo. En total, hoy han sido dos veces que me lo he encontrado, junto con las seis de la semana anterior... Ocho veces que he tenido que salir corriendo.

Merezco un premio a la mejor corredora. Y a la más discreta. Porque claro cuando una persona sale corriendo en dirección contraria a ti es normal ¿Pilláis el sarcasmo?

Y allí me encontraba yo, caminando lo más deprisa posible y mirando a todos lados nerviosa. Lo más seguro era que cualquiera que me viera se petaría de la risa.

Pero cuando por fin conseguí llegar sana y salva; Mia y Helena ya se estaban encargando de hacer la demostración.

— ¿Qué se supone que haces? — interrogó Helena con la voz entrecortada y sus manos en la barriga.

— Supervisar que no está "Y" cerca — le expliqué mientras miraba nerviosa por todos lados.

Por si no os habéis dado cuenta, "Y" es el chico guapo. Mis amigas y yo hemos decidido ponerle así para que cualquiera que escuché no sepa de qué estamos hablando. Y además suena como si habláramos en código cómo los espías y me gusta.

— Se ha ido hace rato — comentó Mia mirándose las uñas con desinterés aunque tenía una sonrisa plasmada en la cara.

— ¿Estas segura? — pregunté.

— Sí — dijo ya cansada Mia — ¿Nos podemos ir ya por favor?

Cada una abrió una puerta; Mia la de piloto, Helena la de copiloto y yo la de atrás.

— ¿Queréis ir a mi casa a estudiar para el examen de mañana? — dijo Helena.

— Vale — dije con simpleza.

— ¿¡Hay examen mañana?! — exclamó Mia sorprendiéndonos a Helena y a mí.

— Claro, de Historia — dijo obvia Helena.

— ¡Pues primera noticia!

— Mejor cállate y conduce, que aún tendremos un accidente — le dije de mal humor.

— ¿Y tú ahora porqué estás tan borde? — preguntó Helena mirándome mal.

— Por nada — dije enfurruñada mientras cruzaba mis brazos sobre mi pecho y miraba a la ventana.

— Ya claro, a ti lo que te pasa es que te molesta no haber podido ver al chico guapo — se burló Mia. Giré mi mirada hacia ella y entrecerré los ojos.

— ¡Eso no es verdad! — le chille a Mia indignada. Ella sonrió aún más que antes — ¡Y llámale "Y"!

El resto del viaje ninguna de las dos dijo nada; Mia estaba concentrada conduciendo - aún con la sonrisa burlona en la cara - y Helena miraba distraída el móvil. Por mi parte, seguía con los brazos cruzados mirando las casas pasar a gran velocidad por la ventana.

En cuanto llegamos yo aún seguía enfadada, pero esta vez era porqué sabía que Mia tenía razón.

El piso de Helena no era demasiado grande, aunque lo suficiente para que ella y su familia pudiesen vivir tranquilos. Su familia estaba formados por su hermano mayor de 18 años, su padre, su madre y sus dos mascotas, Laica, un labrador color crema y Dori, una pez de colores.

LilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora