Shukaku, conocido como Ichibi no Yoko, el menor de los hermanos del rey, conocido por su facilidad de manipular el chakra y darle forma a la arena con el mismo, siempre divertido a la hora de disfrutar de la vida, pero serio cuando la situación lo ameritaba.
Y ahora era uno de esos casos, si bien no dudaba de su hermano, un mal presentimiento se instaló en su pecho, y con premura se acercó a sus hermanos mayores, los cuales estaban reunidos a la espera de Kurama, su rey, y por ende el más fuerte de todos.
Corrió rápidamente la puerta corrediza, deteniendo el bullicio del interior, un suspiro cansino abandono sus labios al darse cuenta de que sus hermanos nunca cambiarían, a veces se preguntaba quién era el niño allí, si bien él tenía 3000 años, ellos le superaban por mucho y se comportaban como niños mimados...
- Tenemos que hablar. – dijo inmediatamente al terminar de entrar en la sala de juntas, como le llamaban, allí siempre decidían junto a su hermano mayor, las mejores decisiones para el reino y la prosperidad del mismo, camino hacia el asiento del rey, sentándose a su derecha en el suelo.
La estancia se sumió en el silencio y cada hermano se sentó en su respectivo asiento, en un círculo, a la espera de la noticia.
Al lado de Shukaku, se sentó una mujer joven de belleza envidiable y cuerpo bien proporcionado, resaltando su figura con un hermoso kimono azul rey con flores doradas y obi de un verde esmeralda, haciendo resaltar su largo cabello negro con las puntas azules, sus hermosos ojos, aunque de diferente color, el derecho de un dorado fuerte y el izquierdo de un verde reluciente de vida, sus facciones femeninas encantaban a cualquier hombre. – Espero que Kurama no haya metido la pata. – dijo Matatabi, también conocida como Nibi no Yoko.
- Estoy de acuerdo. – hablo ahora un varón con apariencia de niño, de complexión delgada con musculatura pero sin exagerar, de cabello color gris platino y ojos de un rojo claro, se veían vacíos, lo cual lo envuelve en un misterio, es retraído y cortante con todos menos sus hermanos y los cercanos a ellos, vistiendo un yukata azul grisáceo. Este joven es conocido como Sanbi no Yoko, su nombre es Isobu, sentado al lado de Matatabi.
- No creo que a Kurama le guste que hablen a sus espaldas. – seguro de sus palabras se sentó al lado del peli gris platino, Yonbi no Yoko, su nombre es Son Goku, es un varón de tez morena, de cabello rojo oscuro y ojos de una naranja apagado, conocido por su seriedad y su habitual mutismo, vestido con un yukata morado.
- Humju. – afirmo varias veces un pequeño doncel sentado al lado de Yonbi, de cabellos blancos y ojos azul hielo rodeados de una sombra roja, maquillaje, preocupado siempre por su apariencia, le encanta pasar las tardes con sus hermanos y salir al pueblo de compras, encantando a los hombres, vistiendo siempre elegante, esta vez con un yukata rojo de flores doradas y obi negro, que realzaba sus curvas. Conocido como Gobi no Yoko, de nombre Kokuo.
- ¿Si nos escuchara como reaccionaria? – se preguntó otro doncel, sentado al lado de Kokuo, de apariencia más delicada que el Gobi, de cabellos celestes cortos hasta los hombros y ojos de un azul oscuro, vistiendo un kimono azul cielo, siendo este su color favorito, con un obi naranja, conocido como Rokubi no Yoko, de nombre Saiken, siempre juguetón, le encantan las burbujas y se pasa la mayoría del día haciéndolas para que sobrevuelen por el reino, velando por su bienestar.
- Se enojaría... - comento despreocupada una chica de complexión baja, de cabellos de un verde pálido, y ojos naranja atardecer, mientras colocaba sus manos detrás de su nuca en un gesto de desinterés, vistiendo un kimono, obligada por sus hermanas y sus hermanos donceles testiguando que debe ser más femenina, de color blanco con obi negro. Conocida como Nanabi no Yoko, su nombre es Chomei.
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Humanos y Demonios
RomanceSiempre ha habido diferencias, estas causan disputas y guerras... el odio gobierna y todo se destruye, nada les importara mas que lograr su objetivo. - Los quiero muertos. - Ellos no son nuestros enemigos. - Es mi deseo darles muerte a esas bestias...