CAPÍTULO 8

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Lo besé y creó que fue lo mejor que pude haber hecho.

- Guau. Dije.

- Espérate un ratito déjame pisar tierra porque no creo lo que pasó. Me dijo.

- Besas muy bien. Dije.

- Sabes que mejor te entras a tu cuarto y te recuestas para que puedas dormir. Dijo.

Así que entramos a la habitación.

- Anda nomas a tu recámara que yo estoy bien. Dije mientras me caía a cada rato.

- Sabes que yo creo que no, mejor me quedo hasta que te duermas por si acaso necesites algo. Dijo.

- Sabes que es lo que necesito que te sientes aquí junto a mí. Dije.

- Haber que necesitas. Dijo sentándose a lado mío.

- Necesito que me quieras hoy que tu y yo hagamos el amor quiero que tu seas el primero. Dije.

- Yo creo que estás muy tomada. Dijo y lo besé mientras nos acostabamos.

- No sabes que no va a pasar lo mismo que con Natalia. Dijo.

Saben estaba tan tomada que no le presté atención al nombre.

- Natalia quién es tu novia. Pregunté.

- No para nada solo fue alguien que jugo con mis sentimientos. Dijo.

- Entonces a ti también te rompieron el corazón. Dije.

- Sí a mi también me rompieron el corazón. Dijo.

- Entonces ven aquí acuestate a lado mío. Dije.

- No voy a hacer nada contigo si es lo que pretendes. Dijo.

- No quiero que hagas nada conmigo sólo te acuestes aquí es mucho pedir. Dije.

- Esta bien. Dijo.

Así que nos acostamos y no supe que más pasó hasta la mañana siguiente. Me levanté y me di cuenta de que el Cristóbal de la Vega estaba acostado a lado mío en mi cama en mi recámara.

- Que haces tu aquí. Dije despertandolo.

- De verdad quieres saber que hago aquí. Dijo.

- No te hagas el chistoso. Dije.

- Que querías que hagas si tu solita me pediste que te hiciera el amor que querías que yo fuera el primero. Dijo.

- No puedo creer lo que hice. Dije.

- Pero como yo soy un caballero no hice nada de lo que me pediste. Dijo.

- En serio. Dije.

- Sí, ni me hiba a aprovechar de ti al fin y alcabo estabas tomada. Dijo.

- Gracias. Dije.

- Pero ahora creo que si podemos ser amigos. Dijo.

- No se tu sabes perfectamente que nuestras familias se odian a muerte y nunca vamos a poder ser amigos. Dije.

-Eso no tiene nada que ver con nosotros son ellos los que se odian. Dijo.

- Sí pero a pesar de todo nada será igual. Dije.

- Pero debemos ser amigos en secreto al fin vamos a trabajar juntos. Dijo.

- Tú crees. Dije.

- Estoy completamente seguro, sabes que esta noche debemos cenar juntos pero cenar no tomar que dices. Dijo.

- Esta bien ahora si voy a cenar. Dije.

- Ahora si me voy pero te tengo que decir que besas muy bien. Dijo.

- Ya no molestes. Le dije.

- Adiós hermosa. Dijo.

A penas salió sentí que el era el hombre que yo estaba esperando pero algo me impedía ser completamente felíz junto a él. Era el odio de nuestras familias.

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