[•2014•] Parte 1.

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-¡Me tienes harto, Lauren! ¡Eres un maldito desastre!- gritaba su padre golpeándola en las piernas, Lauren sollozaba e intentaba cubrirse. 

-¡Detente, por favor!- gritó de dolor cuando sintió el cinturón golpear sus brazos. 

-¡No haces otra cosa más que estudiar, idiota!- la tomó del brazo levantándola y azotandola en la pared, hizo una mueca de dolor cuando su espalda ya adolorida impacto con lo frío de esta. 

-Suéltame...- murmuró viéndolo a los ojos, MIke no dijo nada. -¡Que me sueltes!-  gritó con desesperación al sentir como su padre apretaba el agarre  de su brazo. 

-¡No me grites, estúpida!- le dio una cachetada dejandole la mejilla roja, Lauren apretó los ojos y varias lágrimas cayeron de sus ojos. 

-Que sea última vez que me gritas, escuincla.- apretó más su brazo, enterrando sus dedos en la piel de la niña. Lauren asintió frenéticamente y sollozó. Sentía como si estuvieran desgarrando su piel con las uñas. Mike la soltó y se fue. La ojiverde sintió como toda su sangre subía hasta su cabeza, apretó los puños y respiró con dificultad. Y ahí estaba nuevamente esa sensación: la ira y la impotencia mezcladas. 

-¡Voy a casa de Kaleph!- gritó saliendo y azotando la puerta detrás de ella. Escuchó  a su padre gritarle, no le importó, necesitaba ver al  castaño. Corrió hasta la última calle, donde vivía el chico de ojos oscuros. Se habían mudado allí dos días antes de que Lauren lo conociera. 

Kaleph vivía con sus tíos y sus dos hermanos: Abbie, una pequeña ojiazul de 7 años. Y Joseph, un peliengro de ojos grises, de 10 años.  Sus padres habían muerto cuatro años atrás. Sus tíos casi nunca estaban en casa, ya que siempre estaban trabajando.  

La ojiverde tocó desesperadamente la puerta del castaño, ahora sentía la ira mezclarse con la ansiedad. Nadie abrió. Tocó nuevamente pero con más fuerza, lo mismo, nadie abrió. Rascó violentamente sus brazos. Con la palma de su mano golpeó repetidamente la puerta hasta que sintió su mano arder. 

-Maldición.- murmuró ente dientes. -¡Kaleph!- gritó casi al borde de un ataque de nervios.
-¡Kaleph!- gritó y su garganta dolió. -¡Kaleph!- ya lágrimas caían por sus mejillas, se sentía frustrada, impotente y adolorida, físicamente, por los golpes de su padre.  Se recargó en la puerta del castaño, abrazó sus rodillas y sollozó. Ni siquiera sabía por que lloraba.

No sabía cuanto tiempo llevaba sentada allí, llorando.  

Escuchó pasos y elevó la mirada, era Kaleph, estaba sudado y agitado. 

-Lauren...- el castaño murmuró preocupado. -¿Que haces aquí?- se acercó y la abrazó rápidamente, buscando protegerla. La ojiverde se relajo al instante, Kaleph lo notó y besó su cabeza. 

-¿Donde estabas?- susurró con la voz ronca y entrecortada.

-Hoy tenía entrenamiento, pequeña.- acarició su cabello. 

-Te necesité.- su voz se quebró, lloraba de nuevo. 

-Lo lamento..- un escalofrió recorrió su espalda al sentir a la ojiverde sollozar sin control.
-Estoy aquí, Lolo.- utilizó su viejo apodo, el apodo que le había puesto su abuelo, el apodo que usaba Megan cuando calmaba a una pequeña ojiverde de 4 años. Lauren sintió un nudo formarse en su garganta  y tembló, ya no controlaba sus sollozos, ya no controlaba las lagrimas que caían de sus ojos, no controlaba su respiración, no controlaba el dolor que sentía en el pecho. Intentaba respirar y no podía, sus sollozos no se lo permitían. Kaleph se percató de eso, dejó de abrazar a la oijiverde y la miró. 

She's dead. (Camren)  »En Pausa« Donde viven las historias. Descúbrelo ahora