4.-Los portadores: Géminis.

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Pasaron seis años luego del mensaje de Atenea, una noche Kallias acudió a Star Hill dejando a Yusei a cargo de los deberes concernientes al santuario. El japonés cumpliría su papel a cabalidad, sabiendo que la diosa y Kallias estarían orgullosos.

Star Hill.

Sonrió al ver la constelación de Géminis brillar con tanta intensidad, eso significaba que pronto los gemelos se mostrarían, pero hubo algo que le llamó la atención.... serían niño y niña. Comprendió que los caballeros habían sido liberados de su pena y que ya estaban manifestándose.

—los dioscuros—quieren que en esta era sus sucesores luchen en igualdad de condiciones—¡ oh! ya debo buscarlos, creí que demorarían un poco más.

Olimpo.

—derramas tus bendiciones sobre ellos—comentó Hestia mirando a la estrella principal de la constelación de Géminis, Pólux ha hablado.

Atenea sonrió mientras su cosmo se dirigía a la tierra más concretamente a la ciudad de Atenas, de la cual era patrona y protectora.

Atenas, 20:30 PM.

Sus manos estaban temblorosas, a su lado su hermana gemela lo observaba entre preocupada y asustadiza, la luz que minutos antes los había envuelto mientras corrían por las calles de la ciudad lo había puesto con los nervios de punta, generalmente Daríus era impávido tanto que asumía el papel de su protector en ciertos momentos, pero eso a ella le fastidiaba.

—Livana.... dime que...

—vino del cielo hermano—respondió ella mirando hacia arriba—¿ crees que sean extraterrestres?

—si lo fueran nos hubiesen absorbido—cerró los puños mientras los ponía sobre sus piernas—esto es algo más.

Lo ayudó a levantarse, por que en su carrera su gemelo se había tropezado y había caído de bruces, luego de la manifestación de aquella luz que los abrazó ninguno de los dos dejaba de mirar a los alrededores temiendo que de alguien saliera de las sombras y los atacara.

Daríus y Livana, habían nacido en un hogar por más humilde, sus padres los abandonaron días después de haber nacido por lo que su abuela tuvo que hacerse cargo de los gemelos, la mujer de nombre Ágatha siempre creyó que sus nietos tenían algo especial, que estaban destinados para algo muy grande por lo tanto les había dado todo el amor y el apoyo del mundo. Ambos eran muy avanzados en comparación con otros niños de su edad.

Contaban con 6 años, tenían cabellos azulinos, piel blanca y ojos verdes que se asemejaban a esmeraldas, el mayor de los dos era Livana por tres minutos, Daríus a pesar de ser menor actuaba como su hermano mayor ganándose unas cuantas reprimendas y coscorrones de ella por que decía que debía respetar su lugar de nacimiento.

—tenemos que ir a casa, la abuela ha de estar preocupada—dijo Livana caminando delante de Daríus.

—¡ oye! espérame....

—¡ muévete!—se detuvo a unos metros de él con los brazos cruzados—lento.

—mira—señaló al despejado cielo con el índice—¿ no crees que es bonito?

Livana rodó los ojos mientras miraba nuevamente hacia el cielo, Géminis estaba más brillante que nunca, de repente tuvo una visión en la que veía un ejército, una mujer bellísima con un báculo frente a ellos, armaduras, un santuario; sacudió la cabeza aquello no existía, era mitología y esa mujer era parte del folcklor de Atenas, si eso pensó.

—¡ vámonos Daríus!—lo jaló del brazo—suficiente por hoy.

—amargada.

—si como sea—dijo arrastrándolo.

Selkis: Señora de los Escorpiones.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora