EL ASESINO PERVERTIDO Y LA PRINCESA IMPOTENTE

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La princesa caminaba de un lado a otro detrás del Trono de su padre como si de un león enjaulado se tratase. Iba y venía de aquí para allá impaciente por hacer algo que no fuera solo estar sentada y contemplar la ventana en silencio. Llevaba una semana, una dichosa semana sin poder salir del castillo mientras su padre se encontraba ausente, debía reconocer que tal vez debió haber sido más sensata con las palabras al decirle al Rey acerca de el amor mutuo que sentía por el príncipe Cedrick pero también reconocía el hecho de que su padre había exagerado en no dejarla pisar suelo que no fuese del castillo en su ausencia simplemente por el hecho de que al gobernante no le agradara en absoluto el padre de Cedrick y por ende, tampoco le agradara su hijo, ¿acaso la creería una traidora por amar a un príncipe que no tenía la culpa de los errores de su padre?.

Las reflexiones de la joven princesa fueron bruscamente interrumpidas por el ruidoso ruido que hacia el gran portón de entrada dando paso a un agitado guardia que jadeaba de cansancio por el esfuerzo hecho

-al...¡alteza!-clamaba doblándose por el dolor de su cuerpo. Su rostro y las partes desprotegidas de la armadura sudaban mientras la sangre se escurría por la herida que tenía en el rostro, y aún así hizo su mejor esfuerzo por hablar-¡lo hemos capturado! Después de muchas persecuciones y asesinatos...¡al fin se hará justicia!

La joven no entendía de que hablaba, estaba mas preocupada por la herida de su guardia que emanaba ese liquido carmesí el cual no parecía tener fin. Sus ojos color ámbar miraron al soldado con auténtica confusión tratando de asimilar que ocurría

-Vladimir, ¿de que...de que hablas?-musito ella acercándose más al hombre hasta quedar de frente

-¡capturamos a Allen Blackhood, su alteza!-exclamo Vladimir con cierta alegría en su voz

-¿Allen?-pronunció con cuidado. Alguna vez tenía que haber escuchado aquel nombre.

Recordó a su padre gruñendo maldiciones junto con sus soldados y estaba segura de que bien lo había pronunciado junto con un montón de palabrotas en su contra.

Una risa seca hizo a la princesa desconcertarse mas de lo que ya estaba y definitivamente no provenía de Vladimir, pues este la miraba igual de aturdido

-oh Dios...no puedo creerlo-se burló el dueño de aquella risa extraña-soy el enemigo público número uno de tu padre ¿y tu ni siquiera sabes mi nombre?, me decepcionas, princesa

La nombrada se estremeció. La manera la que pronunció aquella palabra la hizo sentir extraña, había usado un tono demasiado seductor para su gusto y rápidamente el calor en sus mejillas se vio reflejado en un bello sonrojo.

Sintió la necesidad de ver quien estaba a un lado de Vladimir, el cual se apartó al ver a la princesa intentando mirar detrás de él.

Y ahí estaba, apresado por los fatigados guardias, con esa sonrisa sinica que parecía salirle tan natural...mirándola con esos gélidos y a la vez profundos ojos azules que la escrutaban como si se deleitara mirando a la joven princesa. Su rostro, un rostro fino y delgado que casi asemejaba rasgos felinos lo adornaban ligeras gotas de sudor producto de sobre esfuerzo. A la princesa le pareció bastante femenino, pero endemoniadamente atractivo...

-¿todo un bribón, no es así, princesa Elizabeth?-preguntó Vladimir a la chica

Elizabeth miraba al chico con curiosidad ladeando ligeramente la cabeza, le era bastante difícil apartar la mirada de aquellos fríos ojos, en realidad hasta el parpadear comenzaba a hacérsele imposible.

Al parecer el chico se dio cuenta de esto y le saco la lengua a manera de burla provocando que Elizabeth se avergonzase. Sin embargo a Vladimir lejos de causarle gracia se acercó a él poniéndose enfrente suyo

-cuida tu comportamiento muchachín...-amenazó-¿Es que no tienes respeto por nadie?

Allen alzo la cara para escupirle justo en el rostro a modo de respuesta, era obvio que esto fue la ultima gota que colmó el vaso de paciencia de Vladimir porque levanto la mano para darle una bofetada cuando Elizabeth se le puso enfrente deteniendo al hombre en seco

-a-alteza...-tartamudeo aun con el brazo en alto-

-no intentes castigar a un criminal sin que yo te haya dado la orden Vladimir-sentenció con rudeza-creí que tu y yo ya habíamos hablado de eso

La princesa si por algo era famosa, aparte de su belleza, era su bondad. Muchos nobles creían que había perdido la cabeza cuando perdonaba a los peores delincuentes del reino e incluso les conseguía un trabajo decente cuando estaba en sus manos. Pero definitivamente este seria mas que un error, o al menos eso creían Vladimir y los demás guardias presentes

-si, su alteza-dijo el guardia recobrando la compostura-perdone mi atrevimiento...pero, ¿qué planea hacer con Allen Blackhood?

cerró los ojos y reflexionó, ese chico era no solo uno de los enemigos de su padre si no del reino entero, dejar ir a semejante criminal definitivamente repercutiría en su imagen social y cuestionarían el liderazgo que asumiría en cuanto se casara con Cedrick...si es que su padre se lo permitía.

Entonces recordó que los soldados se encontraban exhaustos y una idea paso por su cabeza, al menos eso le daría tiempo para pensar en que haría con el chico

-tomen un descanso. Es lo mas conveniente antes de hacer cualquier cosa-Ordeno dedicando una amable sonrisa que logró callar las protestas de los guardias-y supongo que este chico no causara muchos problemas ¿o si?

Vladimir dio un paso hacia la princesa devolviéndole la sonrisa y estirándose un poco

-tiene razón alteza...además herido, no podrá hacer mucho y...

Elizabeth parpadeo confusa, ¿Allen estaba herido?. Miro de arriba a abajo su cuerpo. Allen se encontraba luchando por ocultar su pesada respiración a causa de la fatiga, temblaba ligeramente y tenía un pálido color blanco, probablemente a causa de pérdida de sangre, pero, ¿en donde estaba la herida?.

Se acercó unos pasos más entrecerrando sus ojos color ámbar hasta que pudo ver una gran mancha carmesí que ocupaba casi todo el abdomen del chico, sin embargo por los ropajes negros que lo vestían no se podía distinguir a simple vista

-¿por qué no dijiste nada?-le preguntó con aquella sonrisa tan característica de ella, acercándose a su pálido rostro. El cabello negro azabache de Allen le cubría levemente el ojo izquierdo y lo demás de su melena era oculta por una capucha del mismo color. Realmente le era difícil apartar la vista de aquellos ojos azules...

Allen abrió la boca para responder, pero la pérdida de aquel líquido vital desde hacía rato comenzaba a afectarle y el rostro de la princesa empezaba a lucir borroso. Elizabeth no perdió tiempo. Llamó a suficientes sirvientes para contenerlo por si se le ocurría ponerse violento y estos, aunque algo temblorosos, lo llevaron a la que seria su celda hasta que se recuperase cuando los curanderos se encargarán de la herida.

Mientras tanto en la mente de la princesa se estaban formulando un millón de ideas acerca de cómo poder escapar de las garras de sus padre y su concepto erróneo de Cedrick.

Entonces pasó. Un foco imaginario parecía haberse encendido en la cabecita castaña de la princesa mientras la imagen del asesino brotaba con ella. Aunque aún borrosa, aquella idea no la dejaría descansar esa tarde ni el resto del día hasta que la tuviera bien clara...y mañana seria el día perfecto para que aquel plan terminara de seducirla.

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⏰ Última actualización: Feb 01, 2016 ⏰

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