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Capítulo 1

Subí corriendo las escaleras de esa tienda. Solo rezaba para que la vieja que tenia como jefa no me despidiera.
Ahora mismo, tal y como me iban las cosas, perder el trabajo seria lo peor.

Tener que volver a rebuscar entre anuncios de revistas seria cuanto menos estresante. Revivir la angustia de tener que pagar el agua, la calefacción, el gas... sin tener dinero seria lo peor.

¿y si me buscaba un novio rico y guapo? Es decir; en las novelas siempre se soluciona todo cuando la chica conoce al aflamante ricachón que la quiere. ¿No me podia pasar eso a mi? Tampoco soy tan fea... ¿verdad?.

Soy una lectora nata, y se por experiencia, que lo que sale en los libros nunca ocurre en la realidad. Nadie conoce a su ídolo chocandose con el por la calle, y nadie se enamora siempre de el chico correcto.

Abrí la moosa puerta de la tienda, esperando no encontrarme con la mirada enfadada de Encarna clavada en mí. Y así fue, esta vez tuve suerte. La pobre anciana se habia quedado dormida sobre la mesa. Decidí que, ya que mi jefa estaba en un sueño profundo iría a dar una vuelta.

Pasee por la plaza mayor, observando todos los edificios. Siempre que veía pisos tan grandes me preguntaba que pasaría si se cayesen, osea ¿Toda la gente quedaría aplastada?, ¿Se derrumbarian otros edificios a causa del primero?. Si, en vez de pensar en mi vida pensaba en como se caerían los pisos; así me va.

Seguí caminando por las calles de Madrid, pese a su contaminación, era una ciudad bastante bonita. Creo que soy la unica madrileña a la que le gusta Madrid.

Al cabo de nada, estando en las nubes, choqué contra alguien, o algo. Subí mi mirada hasta encontrarme con unos ojos verdes; eran muy bonitos, además tenian pequeñas manchas marrones que los hacían únicos. Él me miró igual de sorprendido. ¿Quien era ese chico? ¿porque tenía unos ojos tan bonitos?. Su fuerte voz interrumpio mis pensamientos.

- Emmm, perdón. ¿Te has hecho daño?- Me habló deprisa y nervioso, que mono; era muy tímido.

- No, tranquilo. Estoy bien- Agarré su mano para que me ayudara a levantarme.

- ¿Puedo invitarte a algo? Me siento mal por haberte tirado- Dijo casi susurrando y con los ojos clavados en el suelo. Era muy tierno, quería invitarme a salir i no sabia como decírmelo.

- Por supuesto! ¿Vamos a esa cafetería?- Le dije señalando un pequeño antro que no quedaba muy lejos.

Cogimos rumbo a la cafeteria, el pobre chico -el cuál ahún no se su nombre- estaba muy nervioso. Noté que queria darme la mano, pero no estaba seguro, tomé la iniciativa y hacerque mi mano a la suya hasta entrelazarlas. Al principio vi como se asusto, se le sonrojaron las mejillas y sonrió.