CAPÍTULO 3.

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                                                                                                                                                                        Harry.

Me bebo el último trago y respiro hondo, debo tener los ojos inyectados en sangre y el aliento me tiene que apestar a mil demonios. Hace tiempo ya que he dejado de centrar mi atención en los tres capullos con los que vengo, la última vez que miré hacia ellos, Niall estaba coqueteando con una chica rubia que se parecía mucho a Alexis.

Alexis llega a mi mente en ese preciso instante. Ha pasado bastante más de una hora desde que nos vimos fuera y no ha entrado ni una sola vez, a saber qué se traerá entre manos esa pirada. Miro el culo de mi vaso vacío de mi marca preferida de Whisky casi con desesperación. Sé que no me queda mucho dinero en la cartera y puedo asegurar que las deudas que tengo con Matt son más grandes que las que llegaré a tener jamás en toda mi vida. El camarero me mira con complicidad y se sella los labios con el dedo índice mientras vierte un poco de líquido color ámbar en un vaso de chupitos y me lo acerca con cara de picardía.

-Algún día vendrás sobrio y me hablarás del motivo por el que siempre estás ahogado en alcohol, Harry.

Siempre ha sido un completo metiche. Su aspecto de metalero eterno adolescente compuesto por camisetas de grupos tan desconocidos que ni siquiera él es capaz de probar en existencia, chalecos de cuero llenos de chapas de todo lo que pueda imaginar y una coleta baja cogida a la altura de los hombros; no termina de esconder su espíritu cateto, dicharachero y divertido. Pero a mí, me cansa. Su trabajo es servir copas, no invitar a sus clientes como soborno para que le cuenten sus dramas.

-Como te dé la gana... Matt. –Tanto él como yo nos hemos dado cuenta de que estoy lo suficientemente borracho como para arrastrar las palabras y que no debería beber más por hoy.

Cierro los ojos con fuerza y vuelco todo el alcohol del pequeño vaso directamente en mi garganta haciendo un ruido extrañamente desagradable.

Me dispongo a salir de este sitio que cada vez se me hace más pequeño no sin antes girar el rostro hacia mis amigos que, una noche más, están zorreando con cuantas chicas pueden mientras otras no me quitan la vista de encima. Esto es horrible, completamente inaguantable. Ni siquiera me acerco a ellos, me doy media vuelta y salgo por la pequeña puerta de madera negra.

El aire frío me golpea la cara y frunzo los labios y el ceño con esperanza de que el gesto me ayude a entrar en calor. No debería conducir en estas condiciones, pero este garito está muy lejos del centro de la ciudad y no quiero esperar cerca de este ambiente a que los efectos del alcohol terminen de desaparecer. Camino mientras busco en el bolsillo interior de mi abrigo negro las llaves del coche y me llevo un cigarrillo a la boca.

No tardo en encontrar el aparcamiento, así que abro el coche con dificultad y me dejo caer en el asiento del conductor. Se me escapa una carcajada ronca al pensar en lo patético que puedo llegar a ser y levanto las caderas para alcanzar el Clipper plateado que guardo en la parte trasera del pantalón. Me enciendo el cigarro y arranco el coche no sin antes darme cuenta de que la niñata de la noche ha dejado un rayón de laca de uñas negra justo en el centro de mi preciado mechero.

                    •~•

Alexis.

Llevo andando y haciendo pucheros mucho tiempo y he perdido la cuenta de las veces que he maldecido en alto. Mi móvil se ha quedado sin batería y no hay nadie en esta zona al que le pueda pedir un mechero y mucho menos, un poco de ayuda; una noche maravillosa en toda regla.

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⏰ Última actualización: Feb 03, 2016 ⏰

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