¿Quién eres? ¿Qué quieres?

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Abro la puerta, primero las damas. *Ella ríe como tonta*.
*Miro esa escultural figura que posee, Carla (ufff)*
Te gusta mi departamento lo decore yo mismo...
Mi cómodo sofá de cuero negro, mi plasma de 64 pulgadas, piso de parque bien pulido como debe ser una barra para tragos y una cocina digna de los dioses del Olimpo.
Le saco la campera y la cuelgo, la agarro de la mano y le doy vuelta me mira con deseo mordiéndose el labio superior.
Amo eso es atractivo en una mujer cuando las mujeres hacen eso.
Sin vacilar le digo que si desea tomar algo.
Ella asiente mientras se sienta en el sofá, rápido voy hasta las repisas de arriba donde guardo mis vinos preferidos.
Saco mis mejores copas de vidrio lleno ambas copas mientras me mira con esos ojos color miel, tan brillantes, tan llenos de seducción.

Comenzamos a hablar de sus gustos, de su familia de su mamá que está enferma hace bastante tiempo tiene serios problemas del riñón *odio a las personas enfermas, que cuesta tanto desconectar las de una vez*.

Sigo atento, *sinceramente no me importa lo que salga de su boca*, lo que importa es que tan rápido la pueda meter en mi cama.
Es hora noto esas señales, de que desea estar con migo de una vez.
Me la lleve a besos y jalones a mi habitación, hasta que pude comenzar a quitarle lentamente aquella falda roja que llevaba puesta con aquella blusa negra estilo colombiano, fui arrojando cada ropa que le quitaba por la habitación en aquel huracán de deseo que se aproximaba cada vez más a ser un verdadero tornado de pación que tan sensual.

Le había quedado casi nada, para al finalmente llegar al premio mayor, esos grandes y firmes senos, como también aquel trasero tan firme se sentía en mi mano.

Me comenzó a sacar mí camisa blanca desabrochándola lentamente mientras me besaba el cuello, *ese movimiento suyo me deja bajo su control* dejando mis pecho al descubierto, me echa en la cama frente a ella se sienta en mis piernas, comienzo a sacarle aquel brasier negro que tenía, se lo quito sutil mente lo tiro al suelo y comienzo a besar su cuello con tal pación que gime y se retuerce de ganas.

Segundos después me dice al oído pareces estar cansado y estresado, a lo cual respondo rápidamente sí así es. Te hare un delicioso masaje para que puedas estar más relajado, me dice al oído, se sienta tras mío y yo aún sentado en la parte frontal de la cama.

Me comienza a hacer un masaje en los hombros, se siente tan bien saber que en tan solo pocos segundos ser mía al fin la dichosa Carla, rodea mi cuello con su brazo y pasa su dulce lengua por mí hélix auricular. ¡Espera no demonios! ¡Que karajo pasa!

Dame Una OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora