Sin Miedo a Ser Libre

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Sabía que no sobreviviría, ya había permanecido demasiado tiempo con vida y él ya no me dejaría vivir mucho más.
Como cada noche, forcejeé para intentar liberarme de las cadenas que me oprimían el cuello, las muñecas y los tobillos;  como cada noche, no lo conseguí. Desanimada , retrocedí hasta tocar con la espalda la pared y me hice lo más pequeña que pude, esperando.
Oí un ruido y me encogí aún más, intentando ser invisible sin mucho éxito. Entonces entró el. Iba borracho como una cuba, con los ojos vidriosos y la nariz rojiza, iba diciendo tonterías allá donde pasaba y apestaba a alcohol. Dio una vuelta a la habitación con paso tambaleante buscando algo, buscándome a mi. Me vio y se acercó, alcé la cabeza temerosa y vi en sus ojos aún un poco de lucidez. Estaba casi rozándome, pero antes de llegar a tocarme se empezó a tambalear y calló inconsciente por los efectos del alcohol. Me quedé completamente quieta, eso no pasaba todas las noches. Me aseguré de que estaba completamente dormido y me acerqué a él. Desprendía un olor nauseabundo a vino que me obligó a aguantar la respiración, pero lo soporté. Lo examiné con la mirada y vi las llaves. Acaricié el llavero sintiendo una punzada de frío en el brazo según lo hacía, intentando que no tintinease el metal cuando las llaves entrechocaban entre sí. No podía perder la oportunidad. Al cabo de unos exasperantes minutos conseguí sacarlo del bolsillo y me liberé de las cadenas que durante años me habían retenido en ese horrible lugar sin poder escapar. Le até con esas mismas cadenas y me llevé las llaves, cerrando también la puerta por precaución.
Recorrí sigilosamente los lúgubres pasillos plagados de retratos que parecían reprocharme lo que había hecho. Los ignoré y proseguí con el corazón en un puño, esperando cualquier indicio de alerta. No hubo ninguno.
Cuando por fin salí al exterior respiré hondo, escuchando los tenues sonidos de esa noche sin luna que tanto había añorado ver, una noche perfecta para escapar. Di unas vueltas al patio en el que me encontraba y llegué a las amenas; subí por las escaleras por las que se accedía a ellas y observé todo a mi alrededor, como un niño que ver por primera vez el mundo.
Me quedé allí un rato sintiéndome como en un sueño hasta que me percaté de que un poco más allá estaba la puerta que daba al puente levadizo, que estaba bajado y abierto. Al lado opuesto se encontraban las caballerizas, de donde de vez en cuando se oía relinchar a algún caballo. Me acerqué con paso rápido y rodee el edificio. Ya en la parte de atrás me paré, di tres pasos de la misma longitud y me agaché para escarbar entre el barro y la tierra que había para sacar una bolsa de cuero que abultaba bastante. Estaba algo gastada por el tiempo, pero en mejor estado del que yo creía dado que había pasado tanto tiempo en la fortaleza como yo.
La cogí y volví a la entrada de las caballerizas. Estaban tenuemente iluminadas por un farol, pero allí no había nadie. Me adentré en el primer compartimento con el farol en la mano, dentro había un caballo marrón de crin negra como el azabache. Era de constitución fuerte y mirada serena y leal. Me acerqué y lo ensillé. Juntos salimos al patio de nuevo y allí me fijé de una cosa que antes había pasado por alto: una horca. Se alzaba imponente y orgullosa, yo era su destinataria, ahí me querían colgar en cuanto empezase a despuntar el alba. Tragué saliva y me acerqué contemplándola bajo la luz del farol que aún conservaba. Antes de hacer lo que tenía en mente me monté sobre el caballo, ajusté la bolsa de cuero a mi espalda y por fin lo hice. Lancé el farol a la horca haciendo que explotase en mil pedazos y prendiéndole fuego a todo lo que pillaba a su paso. Me giré con el caballo y salí al galope con sus cascos resonando a mi paso.
No volví la vista atrás ni una sola vez pero supe que alguien me vigilaba desde las almenas, mi antiguo yo rodeado de humo y llamas que llegaban hasta el cielo. Y me sentí libre por haberlo dejado por fin atrás y no haber tenido miedo de hacerlo.

Me, myself and IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora