Quizá todo estaba planeado, quizá todo estaba fríamente calculado para que al final el único que pudiese acabar dañado fuera yo.
Me juré que ni una más y repetí como se repite en casa de la abuela cuando estás a dieta o de copa en el bar donde vas a ahogar tus penas.
Repetí los sueños, las ambiciones, las miradas, las caricias, los besos...
Fuimos al cine a ver aquella película romanticona en la que no pude abrazarte mientras llorabas, a mis amigos les dije que fue porque me daba vergüenza, pero los dos sabemos que fue porque no me dejaste. Me acuerdo de que casi me duermo mientras se decían cursilerías los protagonistas, pero no quisiste venirte a ver otro día conmigo aquella película de miedo en la que tenía planeado abrazarte en los peores momentos para tranquilizarte. Pero me dijiste que habías quedado con tus amigas y que luego te tenías que ir con tus padres.
Quizá hubiese conseguido enamorarte diciéndote cursilerías como las de la película. Quizá debería haberte dado mi tiempo en vez de mi dinero siendo tu pagafantas.
Tú siempre sabías cuándo me encontraba mal para emborracharte y darme aquellos besos "inocentes" con los que me alegrabas la vida.
Quizá en vez de haberme quedado en aquellos besos ebrios debería haberte dado yo unos besos sobrios aquella tarde en el cine o aquel día que discutiste con tu mejor amiga y necesitabas a alguien que te supiese escuchar. Quizá así habría conseguido empezarlo y a la vez acabarlo todo.
En las catástrofes siempre se intenta que haya el menor número de afectados. Tu paso por mi vida fue una gran catástrofe y provocó una guerra interna entre mi corazón y mi razón. Pero lo planeaste todo muy bien porque el único afectado fui yo, de los dos fui el único que lloró por las noches, fui el único al que le importó.
Creo que de los dos fui el único que se enamoró.
