Capítulo 1 - "Un repentino encuentro..."

140 9 0
                                    

En aquel desolado lugar en donde deje mis esperanzas. Camine sin rumbo tantas veces como podía recordar, me encontraba solo y sin un destino al cual ir. El vacío se apropiaba cada vez de mí... De mi ser, de mi alma, de mi mente y corazón, incluso de mi insignificante mano la cual sostenía la katana como una respuesta de alerta frente al escenario al cual participaba.

Aquel cielo el cual miraba una y otra vez, nublado de día y oscuro de noche, ese era el cielo que me seguía a todas partes, preguntándose una y otra vez cual era la meta de mi búsqueda, pero ni siquiera aquel tonto cielo, ni aquella desdichada luna podían darse cuenta, que el ser humano al cual estaban observando no tenía nada que buscar, nunca podrían celebrar la llegada a su destino, porque aquella meta era inexistente.

Los días cada vez se hacían más pesados, los encargos que dejaban en mis manos otros seres iguales que yo, ya no me entretenían como en el pasado. Pensar aquello era algo cruel, susurraba mi mente como un intento de recordarme lo vulnerable que era como humano, pero mis acciones aplastaban aquellos pensamientos, tantas veces como podían hasta que llegó un momento, en el que no los escuche, ni sentí más... Aquel momento en donde le arrebataba la vida a cualquier persona, sin tener remordimiento ancianos, niños, mujer y hombre. Nada tenía una diferencia para mí...

"Incluso en la actualidad, carecen por completo de significado para mí; el resto de personas no son más que un grupo de actores estúpidos intentando de la forma más barata y patética con todas sus fuerzas finalizar su propia obra antes de que la muerte decida cerrar el telón..."

Quizás yo solo soy un lazarillo de la muerte, el cual le indica a donde debe llegar, quizás es ese mi cometido, la razón de mi existencia, mi destino...

¿Pero qué es el destino? Sino es más que los últimos suspiros de un desesperanzado aferrándose al futuro.

Yo no necesito un futuro, no necesito un destino... Necesitar significa atarse a algo, estar deseoso de ello, morir por conseguirlo y aquello ya no es algo que haga parte de mi interés... Si no necesito, si me limito a sentir lo necesario para llevar a cabo mis encargos, la vida es más fácil de sobrellevar... Hasta que llegue el momento de mi muerte.

Hasta que llegue el momento en el cual la muerte decida dejar de usarme como su guía y quiera llevarme consigo...

Yato... Yato... Hace cuanto no soy llamado por tal nombre... Sin embargo, me siento bien... Siento que aquellas ataduras que llevaba aquel nombre consigo por fin han dejado de apretarme tanto como lo hacían en el pasado... Que tranquilo se siente saber que ya no necesito de aquel nombre, ya es hora de que se vaya con el viento junto con la carga de recuerdos que lleva... - Dijo Yato con un tono de voz bajo y carente de emoción, mientras observaba una pequeña laguna que se encontraba frente a él, con aguas reflejando el poco brillo que enviaba el cielo, dándole un color beige debido a la suciedad y la poca iluminación del lugar.

Allí se encontraba aquel joven humano, sentado frente al lago, bajo unas ramas desnudas pertenecientes a un árbol muerto debido a la sequedad que había. El chico solo se limitaba a observar aquella tranquila laguna haciendo que su mirada se perdiera en ella, mientras descansaba su espalda sobre una roca que se encontraba cerca y tenía detrás...

"No necesito nada y me siento bien con ello, es todo lo que debería importarme..." – pensaba el chico mientras terminaba de recostarse sobre aquella roca y miraba momentáneamente el cielo gris con intentos de aclarar y cerraba sus ojos, para divagar en su mente.

¿Estás seguro que no necesitas nada, mi fiel humano? – dijo de repente una voz suave casi como un suspiro, interrumpiendo la posible siesta del chico, haciéndolo despertar de inmediato.

Así que has llegado, Shizuka... ¿Acaso es el día en el que debo partir de este desagradable lugar? – pregunto Yato, esta vez sentado mirando aquella mujer que estaba de pie frente a el sobre las aguas de la laguna.

Era una mujer alta, de piel blanca tanto que parecía como si tuviese su propio brillo, cabello largo color negro azabache, con labios rojos y delicados y ojos grises que no reflejaban nada en ellos.

¿Has estado tan aburrido de la vida que ansias la muerte, humano? – respondió la mujer con una pregunta, sin perturbar en lo absoluto a Yato.

Quizás el trabajo que me has brindado ha perdido un poco la emoción que traía en sus inicios. – Respondió Yato sarcásticamente con una sonrisa falsa.

Aun no es el tiempo para ti, humano. Yo la muerte aun no puedo aceptarte en mi regazo, porque has huido de lo que te ofrece tu propio mundo. – respondió la mujer esta vez estando cerca de Yato de un momento a otro, sin que él se percatara y tocando con sus delicados dedos su barbilla mientras lo observaba fijamente.

"Aun no has encontrado lo que debes buscar... Aun no puedes venir conmigo..." – termino de decir la mujer desvaneciéndose en el viento.

Hasta la muerte tiene su forma de acomplejar a los seres humanos, pensé que era el trabajo de tu hermana, um... - dijo Yato soltando un suspiro y levantándose del lugar, mientras tomaba su katana.

De repente el chico comenzó a colocarse en marcha de una forma elegante y refinada, sin siquiera notarlo, observando a su alrededor y dándose cuenta lo desértica que se encontraba la parte en la que estaba.

Aun así... Esto es mucho mejor que estar dentro de esos clanes los cuales solo se esfuerzan en dejarles el trabajo sucio a los demás, evitando mancharse sus manos... - decía el chico mientras continuaba caminando y sentía el viento zumbando en sus oídos.

De repente su caminata y silencio fueron interrumpidos por un estruendoso ruido, aquello sonaba como si hubiese sido el choque de algo contra la tierra, provocando así un gran impacto. Tan fuerte que fue capaz de levantar una ola de arena, haciendo que Yato utilizase sus brazos para cubrir sus ojos y no permitir que la arena entrara a ellos. Tratando a su vez de colocarse de pie, debido a la caída que tuvo por el temblor repentino en el suelo.

¿Qué acaba de suceder? – se preguntó el chico sorprendido, pero alerta frente a lo que sea que hubiese provocado todo aquello y caminando hacia donde ocurrió el impacto. - ¿Qué es lo que hace que haya humo concentrado en esa parte? – se preguntó mientras se acercaba un poco más.

Al estar un poco más cerca, sus ojos pudieron ver mejor y claramente lo que se encontraba allí postrado sobre el suelo. Era una chica cabello largo, color café, de piel clara y suave. Era ella la que podía ver Yato fijamente en ese momento, se encontraba inconsciente y completamente desnuda.

Es imposible que ella haya caído del cielo... ¿Cuál sería la explicación de esto? – pensó Yato mientras caminaba lentamente alrededor de la chica notando que poco a poco empezaba a recobrar la consciencia y se levantaba suavemente del suelo moviendo un poco su cabeza como si intentara librarse de algún dolor. De repente, la chica levanto su rostro tan claro como la piel de su cuerpo, siendo rodeado por su largo cabello un poco húmedo y con sus ojos abiertos de par en par color violeta.

¿Quién eres...? – pregunto aquel joven frente a ella, con una mirada fría y desgarradora, desenvainando su katana y colocando la punta de esta cerca de la barbilla de la chica, bajándola solo un poco hacia su cuello para reafirmar la orden de responder a su pregunta.

Hi... - de pronto la chica sintió un gran dolor en su cabeza el cual intento calmar colocando su pequeña mano sobre su cabello, como si intentara encontrar el punto exacto del dolor. A pesar de eso el chico frente a ella fue completamente indiferente a lo que le estaba ocurriendo y presionando la punta de su katana un poco más sobre el cuello de la chica, dijo en voz alta y un poco más enojada.

¡Respóndeme o puede que mueras en este instante...!

Mi nombre es Hiyori... - respondió la chica suavemente, mirando fijamente al chico frente a ella con sus ojos abiertos de par en par por su sorpresa, observando fijamente aquellos ojos azules que la desgarraban con la mirada.

"Aun así me parecen muy hermosos esos ojos..." - pensó la chica mientras lo miraba fijamente.


"La Calidez de un Corazón en Invierno..."Donde viven las historias. Descúbrelo ahora