Alistar el equipamiento de un soldado no es tarea fácil, toda la ropa es igual, solo te permiten llevar una libreta y un lapicero con unas cuantas fotos.
Empaque todo lo que necesitaría, y espere a que llegara el camión que me llevaría a la bahía Lincon.(Nunca había visto la base tan alborotada, parecen hormigas desorientadas saliendo de todas partes después de haber vertido agua en su hondonada)
Daba algo de escalofrió ver el ambiente de la base en ese momento. Ya que sin pensarlo en ese momento se alistaba una ofensiva la cual, literalmente, era ir a la guerra. Entrar en territorio enemigo, estar dentro de las lineas enemigas, sentir como estar en un momento y sitio equivocado podía costar la vida. Y por mas entrenamiento que se tenga, por mas energía, animo, deseo de ir a combatir por mi país. No me quita la sensación fría y nefasta de todo lo anterior. Y aunque mis sensaciones como soldado y ser humano en ese momento no eran las mas claras ni tampoco las mas motivadoras. Como siempre, algo interrumpió mis segundos de existencialismo de manera soez:
-¡Scott, James!. Escuché de manera muy fuerte, y pese al ruido que había en ese momento, sentí como si lo hubiesen gritado a menos de un metro de mi oído. -¡Si señor!. Exclamé respondiendo agudamente. -Pase a la sección de infantería por su equipo y suministros, !Yayaya¡. -¡Si señor!. Y en ese breve momento me dirigí hacia la sección de infantería, la cual suministraba las armas y provisiones. Donde se firma un compromiso el cual aclara que las armas serán devueltas una vez el confrontamiento terminase junto con un permiso especial el cual le permitía disponer de armas en el campo de batalla siempre y cuando la munición de mi arma ya estuviese agotada por completo, junto con actas morales donde se hablaba sobre el uso para amedrentar a civiles, u hostigar personas fuera del conflicto o victimas de este.
-Soldado Scott, por favor pase a la sección de embarque y tome el próximo camión, lo llevará hacia el hangar F-3b. Me dijo el soldado que me entregó mi arma. Al tomarla sentí ese frío del plomo en mis manos. El cual me hizo sentir una sensación entre algo oscura pero a la vez cálida. Mientras me dirigía a la cuadrilla de camiones los cuales estaban listos para llevar a los soldados a los hangares de la serie F, que eran de transporte militar aéreo. Todo el camino me estuve callado. Me entro una sensación algo particular en mi ser el cual me tuvo algo callado durante los cortos aunque sensitivamente extensos, entre las diferentes locaciones de la base. ¿Realmente quería ir a esta guerra? ¿Estaba realmente seguro que estaba donde debería estar?. Igual ya era tarde para arrepentimientos de cualquier clase. El verdadero trayecto me esperaba y debía despejar un poco mi mente mientras llegaba a mi próximo hogar durante algún tiempo.
Al llegar al hangar vi a Carter y me acerqué a el; -¿Listo para el viaje?. Le dije algo desalentado. -Si por supuesto, ¿tu como estas? No tienes la mejor de las caras. - Si claro que estoy bien, creo que fue la comida que no me sentó bien. Le dije entre algo de humor. -Diablos, si es así creo que moriremos antes de llegar a Iran. Dijó con mucho humor, y ese comentario me cambio y disipó mis pensamientos un poco negativos. -Puede ser, pero abordemos el avión que ya está próximo a despegar. -Si claro que si, vamos rápido.
Al momento de subir al avión, se firma una autorización que permite en nombre de quien la firme, el ejercito se comunicará con los familiares, a través de una notificación de que se encontraba en servicio con los detalles de donde iría.
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Memorias De Un Corazón Ilusionado
Teen FictionMatthew, quien es hijo de un soldado que desaparece en la contienda militar de estados unidos, Tormenta en el Desierto. Empieza la deliberada búsqueda de su padre en Irán, en plena guerra con los grupos terroristas más peligrosos. Esta búsqueda lo...