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Dos años después.

-Olvídalo...- masculló ella rodando los ojos, cansada de la situación.

-Si no me lo dices, ¿como diablos esperas que te entienda?- preguntó el platinado exasperado. Leigh gruño cruzándose de brazos.

-Nunca lo entenderías- dijo dandole la espalda. Pietro rodó los ojos-. ¡Deja de hacer eso, maldición!

-¡¿Qué cosa?!- exclamó él sokoviano comenzando a perder la paciencia. Algunas veces, ella lograba hacer que sus nervios se hicieran un gran lío con solo un gesto-. ¡¿Qué es lo que quieres de mi?!

-¡Que me dejes tranquila, joder!- gritó ella y luego cubrió su boca con una mano, notando que lo que había provocado-. Lo siento- se disculpó avergonzada, al mismo tiempo que sus ojos se llenaban de lágrimas, por segunda vez en la noche.

-Princezna, hey no llores- rogó Pietro, estrechándola contra su cuerpo-. Esta bien.

-Soy un desastre- sollozo escondiendo su rostro en el cuello de su novio-. Ya ni siquiera puedo controlarme- lloro con mas ganas, dejando que todo el estrés saliera-. Mis poderes se salen de control y estoy asustada todo el tiempo.

-La doctora Cho dijo que iba a ser normal que eso pasara- él intento tranquilizarla-. Vas a estar bien.

-¿Aún me amas?- preguntó Leigh mirándolo con el rostro lleno de lagrimas. Pietro río con dulzura.

•••

-¡Te odio!- Leigh grito furiosa al mismo tiempo que el dolor se incrementaba en todo su abdomen. Jamás había sentido tanto dolor, ni siquiera cuando Hydra había jugado a torturarla-. ¡Maldito, bastardo sokiviano!

Minutos mas tardes, los gemelos Maximoff entraron en la habitación del hospital, con un gran oso de peluche y chocolates. Pietro sintió como su corazón se detenía por un segundo al ver a su novia tan demacrada. Pero todo volvió a la normalidad cuando una cálida sonrisa se colgó en los labios de Leigh cuando los vio.

-Sh... Esta durmiendo- susurro mirando a la pequeña criatura entre sus brazos.

Wanda tuvo que morder su lengua al ver a la pequeña entre los brazos de su mejor amiga. Era la versión platinada y pálida de Leigh, con los azulados ojos de su hermano.

-Es tan pequeña...- murmuro Pietro con cierto temor-. ¿Eso es normal?

-Ha nacido a los siete meses, por eso es tan pequeña- contestó Leigh con cierto cansancio-. Pero es completamente sana, ¿quieres cargarla?

Pietro vacilo, pero finalmente terminó cogiendo a su pequeña hija entre sus brazos, la pequeña, abrió los ojos azules y él pudo jurar que ella le estaba sonriendo.

-Eres igual a tu madre- masculló Pietro para luego dejar un cálido beso en su cabecita.

-¿Como le han puesto?- preguntó Wanda tomando una de las pequeñas manos de la bebe.

-Haile- susurro Leigh.

-Haile Rose Maximoff- sonrío Pietro.

Back To Life |Pietro Maximoff/Quicklisilver|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora