Qué pasará, qué misterio habrá, puede ser mi gran noche

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ALBERT POV:
Albert se había ajustado bien a la vida madrileña. Había hecho amigos fácilmente, salía a tomar cañas con ellos... le había venido bien cambiar de aires.
Albert se sentía cada vez más unido a Garzón. Desde que Albert lloró delante del comunista, se había establecido un vínculo entre ellos. Garzón por su parte, sabía que el líder de ciudadanos lo estaba pasando mal, y decidió darle una oportunidad.

Los sentimientos que tenía por Garzón eran obvios. Le gustaba, y quería dar un paso más y decírselo. Aunque nunca encontraba el momento oportuno.

GARZÓN POV:
Alberto bajó un piso para ir a la casa de su vecino, Albert. Iba a decirle que montaría una fiesta ese fin de semana, y que le gustaría que se uniese. Garzón tenía en mente montar una fiesta un poco leninista con sus amigos de Izquierda Unida y Podemos, aunque también pensaba invitar a su amigo socialista, Pedro. A pesar de ese hecho, veía positivo que Rivera se uniese a la fiesta, al fin y al cabo todos eran de la misma quinta, más o menos, y tenían todos algo en común: la presión de ser político.

Sonó el timbre en casa del catalán.
-Buenas tardes Albert.
-Hola, pasa pasa -contestó Rivera.
-Estaba aquí para decirte que el viernes iba a montar una pequeña fiesta en mi casa, por si te querías pasar y eso.

Albert se sintió muy contento al oír esa noticia. Sabía que era una gran oportunidad para atacar a Garzón e intentar robarle un beso. La idea le aterraba un poco, pero estaba dispuesto a hacer lo que sea por amor.

-Oh... vaya gracias, pero no sé si podré. Tengo reunión con los de mi partido y bueno, no sé cuánto tiempo libre me quedará. -afirmó.
-Vamos hombre, no te hagas de rogar. Pásate aunque solo sea un ratillo. -contestó Alberto con su adorable sonrisa. -No me puedes poner la excusa de la distancia, tan sólo nos separa un piso.
Rivera sintió como su atracción por Alberto iba a más. Estaba haciéndose el duro pero en el fondo deseaba ir a esa fiesta. Intuía que iba a haber mucho rojo por ahí, pero por Alberto haría el esfuerzo.

-Bueno, ya te diré en estos días. -dijo Albert con tono un poco serio.
-Genial. Ah! -exclamó Garzón. -Se me olvidaba decirte que van amigos míos del partido, pero también van conocidos mutuos, como Pablo y Pedro.

Albert se llevaba bien con estos dos últimos, pero ese feeling que había entre los dos no le gustaba del todo. Sí, es cierto que a él le gustaba Garzón, pero Pedro siempre le había parecido un tío muy sexy y quién sabe, pero a lo mejor podría pactar con él y trabajar con él en asuntos de gobierno. El hecho de estar en lo más alto del país era algo con lo que llevaba soñando toda la vida, y si tenía la oportunidad, desde luego que no iba a desaprovecharla.

PABLO POV:
Era martes, y despertó totalmente desorientado. Estaba en su casa, pero no recordaba nada de lo que había pasado la noche anterior. Sintió como había una presencia en su cama. Pablo se quedó blanco.
"Será posible que no recuerdo nada de anoche... Debería dejar la bebida, mata neuronas" -pensó.

Cuando se levantó para ponerse algo de ropa, por fin pudo ver a su nuevo amante. Se le quedaron los ojos como platos al ver a Pedro desnudo, tapado con sus sábanas.
Ahora recordaba todo, la charla que tuvieron, las bebidas que sacó...

"Oh dios, esto no puede salir bien". -murmuró Pablo.

-Pedro, despierta! -dijo Pablo mientras daba golpecitos a las anchas espaldas del socialista.
Pedro no prestó ni la más mínima atención. La cabeza le iba a estallar debido a la resaca, así que decidió seguir durmiendo.
-PEDRO! -gritó Iglesias.
Tras ese grito Pedro por fin reaccionó. Su cara lo decía todo, desde la confusión hasta la desesperación.
-Qué ocurre? -preguntó Pedro con voz ronca.
-Ocurre que ayer nos pasamos un poco con el alcohol. Vístete, Iñigo llegará en un rato aquí y lo último que quiero es que te vea con ese aspecto.

Pactar en tiempos revueltosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora