Amistades peligrosas

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Ya en 2016, los políticos tenían que ponerse a trabajar otra vez. Habían pasado 10 días de vacaciones pero el país necesitaba un gobierno. Las negociaciones no eran nada claras, de hecho todos los partidos se lanzaban puyas unos a otros, y la confusión entre la población crecía.
Hoy, era uno de los días más esperados por los políticos sin duda. Hoy se formarían las cortes. Los diputados ya habían recogido sus actas y sólo tenían que ir allí para elegir a un presidente del congreso.

PEDRO POV:
Pedro vivió las navidades más raras de su vida. El día que quedó con el líder de podemos lo pasó francamente bien, y no le importaría repetir algún que otro día. Eso sí, llegó a su casa con tal borrachera que su mujer le hizo dormir en el sillón.
Sobre su vida política mejor no hablemos. Cada vez tenía más haters en su propio partido, era incontrolable. Susana Díaz y compañía ya le habían dejado bien clarito que no les hacía mucha gracia pactar con podemos, y de los independentistas que se olvidara.
El socialista veía cada vez más lejos llegar a ser presidente, y sabía que si no lo conseguía, tenía los días contados en el PSOE.
Todos los principales políticos ya habían recogido su acta de diputado, menos él. La prensa le daba por desaparecido, quizá para no dar declaraciones. En realidad se pasó esas semanas en su casa, viendo Bob Esponja con sus hijas y algún que otro partido del estudiantes.
Tras su desaparición, finalmente apareció para recoger su ansiado acta. Estaba más delgado que antes y tenía una cara de preocupación de la que todos los periodistas se percataron. Inda merodeaba por el congreso, pues tan solo quería cotillear sobre los políticos de izquierda para inventarse historias y contarlas en la tele. Pedro sabía que era amigo de Rajoy, razón por la que decidió evitarle.
Al día siguiente por fin se formaron las cortes. Allí se encontró con Albert, con quien tuvo una interesante conversación sobre baloncesto, aunque el líder de la formación naranja no estaba puesto sobre ese tema.
También avistó a Pablo. Quería hablar con él. Por raro que parezca, Pedro le había echado de menos. Puede que Pablo quisiese robarle votos, pero sus consejos siempre venían bien. Además era un tío muy cachondo- pensó Pedro.

PABLO POV:
Pablo llegó en tropa al congreso con todos los de su partido. Errejón, su nuevo amigo el de las rastas y Bescansa con su bebé.
Pablo sabía que la prensa calificaría a su partido de espectáculo para arriba. Por fin llegó el momento de entrar al hemiciclo y prometer la constitución. Allí vio a Pedro, más guapo que nunca, con su traje negro y corbata roja, como los colores de su partido. Pablo no aguantaba más estar mirando, así que decidió levantarse para ir a saludarle.
-Buenos días Pedro, cuánto tiempo -añadió Iglesias.
Pedro se giró y sonrío, como de costumbre.
-Hola Pablo, me alegra verte. -respondió.
Pablo no sabía que más decir. Desde el día que se vieron en el bar, sentía mariposas cada vez que le veía. No quería hacerse ilusiones, porque sabía que no era correspondido, pero le gustaría tener otro rato a solas con Pedro.
-Emm bien, sí. Oye, me tengo que ir, ya hablaremos.
-Ah -suspiró Pedro. -Vale.

PEDRO POV:
Pedro sentía lo raro que estaba Iglesias con él. *No entiendo a este chico, quedamos, nos lo pasamos de puta madre y ahora parece que tiene vergüenza* -dijo Pedro para sí mismo.
Tras unas horas metido en el congreso, partió hacia su casa. En realidad no quería pisar allí, pero era lo que tocaba.

En los próximos días, tenía que visitar al Rey, como todos, vamos. No había vuelto a hablar con el podemita, y pensó que ya era hora de hacerlo. Sacó su móvil, buscó el contacto de Pablo y le envió un mensaje:
"Hola Pablo, te viene bien quedar en estos días?"
A los pocos segundos su móvil vibró, tenía una respuesta.
"Claro. Quedamos a las 20:00 en mi casa. No hace falta que vengas formal ;)". decía el mensaje escrito por Iglesias.
Nada más leer el mensaje, Pedro sonrió de una manera muy picarona. Quizá le citaba en su casa para formar algún pacto, o quizá iban a quedar como amigos. Pero igualmente, cualquiera de las dos opciones era mejor que quedarse sólo en casa.
Pedro acudió a la cita. Llevaba un vaquero ajustado, una de sus típicas camisas blancas y una chaqueta. Se sentía muy poco elegante, pero Pablo le pidió que fuese informal.
Subió las escaleras para llegar a la casa de Pablo. Era un edificio muy de clase baja comparado con su barrio de pijos en Pozuelo.
Para sorpresa de Pedro, vio como la casa de Pablo estaba muy bien decorada y tenía su encanto.
-Hey! Has sabido llegar bien hasta aquí?- preguntó Iglesias.
-Si si, no te preocupes -dijo Pedro algo cortado.
-Uh lo siento, pasa pasa, no te quedes en la puerta.
Pedro se sentó en el sillón, enfrente de la tele. Estaban las noticias. Se quedó embobado mirándolas, hasta que Pablo dijo:
-Quieres tomar algo? Cerveza, vino? -preguntó Pablo mientras sonreía.
-Ah... me da igual, tomaré lo mismo que tú.
-Como quieras.
30 segundos después salió Pablo de la cocina con una botella de vino y dos copas. Sirvió la bebida y decidieron relajarse y charlar tranquilamente.
-Bueno Pablo, dime. Por qué has decidido invitarme aquí a tu casa? -preguntó esperando una respuesta clara.
Pablo sintió una pequeña punzada de dolor.
-Emm... bueno... yo, no sé, el último día que quedamos me lo pasé bien y...
-Vale Pablo jajaja- contestó Pedro. -No pasa nada, te considero mi amigo. Hay que desconectar del trabajo.
*Uf* pensó Pablo aliviado.
Pasaron un tiempo genial, rieron y cogieron mucha más confianza que antes. Se bebieron casi toda la botella de vino, y el alcohol ya había hecho sus efectos. Los dos estaban un poco colorados.
-Qué calor hace aquí! -exclamó Pedro. Acto seguido, se desabrochó dos botones de la camisa, dejando parte del pecho al descubierto.
Pablo no pudo evitar mirar, le resultaba muy atractivo. No solo era eso, estaba teniendo impulsos sexuales muy grandes. Aunque tuvo que aguantar.
-Uy que miraditas me echas Iglesias... -dijo Pedro mientras no paraba de reír.
-Calla tonto, el alcohol te sienta muy mal.
Pedro sabía que eso era cierto, en el momento que tomaba 2 copas de más se creía que seducía a todo el mundo.
-Emm si... Oye, el viernes me reúno con el Rey. Qué traje me pongo, el gris o el azul marino? -dijo Pedro cambiando de tema.
-Uff... no sé, los dos te quedan muy bien, pero me decanto por el gris. Yo sí que no sé qué ponerme, me da asco el rey, y no quiero darle el placer de verme bien vestido. Le diré que esto se acabó, que tiene que llegar una república.
Pedro asintió. Él también era republicano, pero no tenía los huevos de ir a decirle eso a Felipe VI.
Miró la hora, eran las 22:30, y tenía que llegar a su casa para acostar a sus niñas.
-Vaya siento tener que decir esto Pablo, pero me tengo que ir. Tengo que acostar a mis hijas.
Pablo respondió:
-Y cómo piensas llegar? No voy a dejar que cojas el coche después de haberte bebido una botella de vino. -dijo Pablo con una mirada picarona.
-Lo sé tío pero pf... mi mujer me va a matar si llego tarde.
-Tu mujer, tú mujer... Siempre igual! Eres un poco calzonazos.
Aunque Pablo lo decía en serio, Pedro se lo tomó a broma.
-Tienes razón, qué coño. Hoy estoy con mi amigo. Llegaré a las 2:00 si hace falta.
-Así me gusta -dijo Pablo mientras se levantaba para coger una botella de tequila.
Apareció con dos vasos de chupito, limones y sal. Pedro sentía como su etapa universitaria había regresado.
-Eres el alma de la fiesta. -admitió Pedro.
Pablo sonrió y sirvió las copas.
-Este es el juego, sal, chupito y limón. Lo has pillado?
-S...eh...si -dijo Pedro poco convencido. Por supuesto que no se enteró. Así que decidió imitar todo lo que hacía Pablo. Cuando Pedro acabó el chupito sintió que el esófago le ardía. Necesitaba el limón inmediatamente, pero cuando Sánchez levantó la vista vio que lo tenía Pablo en su boca.
-Buscabas esto? -preguntó Pablo mientras se lo sacaba de la boca.
Pedro se quedó anonadado. Iglesias se lo volvió a meter a la boca, entonces Pedro se mantuvo con dudas. Tenía que actuar ya, y sin pensar demasiado las consecuencias tomó una decisión. Se acercó lentamente al cuerpo del podemita, retiró unos mechones de la cara y entonces pasó.
Pablo abrió los ojos y vio a Pedro a escasos centímetros de su cara. Observó sus marrones ojos, su pelo corto con mechones canosos...
Pablo abrió lentamente la boca, y para su sorpresa, Pedro introdujo la lengua en ella. Fue un beso lento, pero apasionado. Ambos olvidaron todo lo que tenían a su alrededor y disfrutaron de él al máximo.
Ahora Pedro poseía el limón, pero lo escupió.
-Pe...Pedro -dijo Pablo con la voz temblorosa.
-Sí -respondió.
Entonces Pablo decidió llevar la iniciativa. Continuó los besos y desabrochó el resto de botones de la camisa de Pedro.
Pedro por su parte, estaba mucho más cohibido. Pensaba en su mujer, en la traición que estaba haciendo. En sus hijas. Pero no podía resistirse a Pablo. Él sí que le comprendía, sufría las mismas presiones.
Pedro cogió a Pablo de la coleta y se dieron un abrazo muy romántico.
Pablo guió a su nuevo amante hacia su habitación. Estuvo a punto de caerse a causa de la borrachera que también llevaba, pero por fin llegaron a la cama.
Mientras Pedro se desnudaba, Pablo observaba los músculos del socialista.
*La verdad es que tiene un cuerpazo* pensó el de Podemos. E hizo lo mismo, quitarse la ropa.
La pasión invadió la casa de Iglesias. Acabaron los dos desnudos en la cama, cubiertos por las sábanas tras una hora de sexo. Era la primera vez que ambos decidían practicar sexo con otros hombres, y es cierto que la experiencia resultó gratificante para los dos.
Pablo estaba apoyado en el pecho de Pedro cuando una brillante idea apareció en su cabeza.
-Pedro.
-Qué quieres. -dijo con un tono cansado.
-Podemos pactar.
-QUÉ?!?! DE VERDAD?!
-Pero con una condición.
Pedro no estaba como para pensar ahora en pactos, sin embargo decidió escuchar la propuesta de Pablo.
-Yo seré tu vicepresidente.
Entonces, el silencio llegó.

Pactar en tiempos revueltosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora