De día en día el mundo pasa.
El tiempo pasa.
El tiempo corre.
No es un diario. No es una historia.
Lo es todo y no lo es, eso varia según desde el punto de vista que lo veas.
Esto en sí se ha vuelto extraño. Es un Martes normal y corriente. Uno mas de esta semana de Enero.
Un 19 mas. Uno más.
Mis antiguas manías se han vuelto invisibles. Aquel que una vez fui, desapareció entre las sombras de las nubes que sobrevolé. Se quedó atrás donde era más feliz.
Apenas hablo, apenas como. Apenas.
¿Apenas?
Nunca pienso incluir personas en mi vida, es mía. Es lo único que se supone que me pertenece incluso cuando nunca lo hizo, no lo hace, ni lo hará jamás.
Todos en sí somos muertos. Pasado, presente o futuro. Vivos o muertos. Solo que algunos mueren antes.
Las querellas sobrepasan los límites de lo inalcanzable y alcanzan la obsesión. Esa obsesión dolorosa.
Aquello inquebrantable se cae poco a poco. Somos nosotros mismos lo que nos destruimos porque dejamos que los demás nos destruyan.
Y luego está el miedo.
Miedo aquí, miedo allí.
Miedo a todo, miedo a nada.
La valentía huyó cuando la desconfianza se implantó.
¿Y las dudas?
Corto y cambio, subconsciente.
