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Lo siento, ayer no pude seguir con el mensaje, simplemente me sentía muy mal con la situación. Ahora, déjame explicarte lo que vi y así, tal vez, abras tus preciosos ojos castaños.

Tú, mi hermosa Kendra, venias caminando por el pasillo. Noté que mirabas tu celular y escribías frenéticamente a alguien, parecías tensa. Tus ojos estaban un poco rojos y quería ir a abrazarte y besar tus cachetitos, pero era inadecuado, con toda la fuerza de voluntad que logré encontrar, me detuve.

¡Chocaste conmigo! Y eso me permito decirlo, ya que no te acordarás de eso, apenas te diste cuenta. ¡Sólo tenías que verme un segundo, con mi respiración hiperventilada y mis nervios al máximo! Pero tú solo seguiste adelante, preocupada. No me enojé, entendí que estabas mal. Así que te seguí, por si querías derrumbarte, yo podría abrazarte. ¡Y no de la forma aprovechadora! Yo solo quería ver tu sonrisa en medio de esas lágrimas que manchaban tu rostro.

Pero en fin. Te seguí, y entraste a un salón. Inmediatamente me di cuenta de que allí estaba Evan. Perdóname por invadir tu privacidad, te juro que solo quería ver si estaba bien. Ustedes discutían fuertemente, y ahí supe que era por mi culpa.

Me lamenté como un idiota, ¡él había descubierto los mensajes! Me sentí fatal al escuchar que él te llamó infiel y otras palabras mucho peores, simplemente no podía creer que alguien podría decirte tantas cosas, cuando en realidad, tú nunca respondes a mis mensajes (a veces ni los lees). Pude notar a Evan agitado, muy molesto. Él fue hacia ti y te agarró de los hombros. ¡Supe que te lastimaría!

Fue ahí cuando hice ese ruido, el ruido que los hizo voltear a ambos. Lo siento que haya sido tan poco, pero supe que si saltaba a tu defensa, yo (el chico de los mensajes), todo se complicaría. Por suerte, aunque no me hayan visto, ese sonido lo detuvo. Se marchó de allí enfurecido y tú te quedaste ahí parada, llorando. Perdón por ser un cobarde y no ir a envolverte con mis brazos, lo siento mucho. Te quiero, Kendra. Y no te mereces a nadie que te trate así.
XOXO,
Kenald

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XOXO, KenaldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora