Desayunos con Tom

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10 AM

Son las diez de la mañana, el equipo llegará pronto. Ya me han pillado otras veces en ropa interior y no lo encuentro precisamente agradable. Me levanté de la cama y abrí las ventanas, el aire "fresco" de Los Ángeles hizo que mi piel se tensara. Respiré profundamente y sonreí, mi vida era maravillosa.

-Tom, van a llegar y te van a ver desnudo.- dijo Bill desde el pasillo. Su voz por las mañanas era ridícula. Me vestí y salí de la habitación.

Durante este último año Bill y yo hemos dormido en habitaciones diferentes. Es por simple comodidad y por el hecho de que ya no nos encontramos solos en nuestra burbuja. Hemos vuelto a producir, a crear música, a dar entrevistas; hemos vuelto al juego. Aunque en ocasiones, lo admito, me suelo colar en su habitación.

- ¿Han avisado ya de cuando van a venir?

- ¿Cómo quieres que lo sepa? Siempre suelen avisarte a ti.- estaba tenso. Me preocupaba que toda la historia se repitiera, que toda nuestra intimidad quedara destruida de nuevo y que toda nuestra vida estuviera descubierta una vez más. Todo aquello me traía muy malos recuerdos. Me acerqué a él y sujeté levemente sus hombros. Le miré y sonreí.

- Estoy bien Tom, de verdad.- puso las palmas de sus manos a ambos lados de mi cara y apretó suavemente mis mofletes. Besé sus labios discretamente y le empujé a un lado mientras reía.

Nuestra relación ha cambiado. Antes todo era lujuria, besos descontrolados y pasión. Todo eso ha pasado a segundo plano ya que ambos hemos comprendido que son muestras de afecto que a pesar de sentir, debemos reprimir en cierta medida, de lo contrario, aquellos que nos rodean se percatarían. Nuestra relación es más fuerte que nunca, además de que ya vamos admitiendo delante de los medios y nuestros amigos que somos dependientes el uno del otro. En cierto modo, todo nuestro entorno conoce la situación, por facilitarlo, saben que convivimos como pareja pero no saben que que hacemos las cosas que las parejas hacen, además de que también lo sentimos. Vivimos juntos como una pareja, trabajamos como una pareja y, en cuestión, somos una pareja. Una pareja de hermanos, es decir, prácticamente somos como una pareja con todas las ventajas y desventajas de ser hermanos: 100% de fraternidad y 100% de amor pasional, podría decirse. Aunque las mezclamos y diluimos, dejando paso a nuestra relación.

Despejé mis pensamientos mientras aclaraba el jabón de mi rostro y me miré al espejo, tenía muy buen aspecto. Me dirigí al salón con la toalla entre mis manos y me senté junto a mi hermano en el sofá.

- Que guapo estás hoy.- dijo mientras sostenía el portátil sobre sus rodillas. Estaba leyendo una de nuestras últimas entrevistas.

- Estoy igual que tú.- cogí el portátil y lo dejé sobre la mesa, todo ello acompañado con los continuos berrinches de Bill. Mientras se quejaba, cogí su móvil y se lo di. Al instante, calló. Como el que entrega un juguete a un niño que llora. Me tumbé y apoyé la cabeza sobre sus rodillas, mientras cerraba los ojos.

Bill seguía observando su móvil e insistí para que me hiciera caso. Tapé la pantalla del aparato y automáticamente pudo oírse un quejido por todo nuestro apartamento. Reí y toqué su barbilla. Sonrió y me pellizcó el brazo. Le miré y me miró, conectamos. 

Estuvimos alrededor de 3 minutos mirándonos fijamente, sin decir absolutamente nada. Solíamos hacerlo mucho, ahora que volvíamos a tener cámaras alrededor. Era una especie de lenguaje. No tan claro como el hablado, pero nos entendíamos en cierta manera.

Cogió mi cabeza y la elevó suavemente, con el fin de levantarse del sofá. La volvió a depositar encima de un cojín e intentó ir hacia la cocina. Enganché su camiseta y la sostuve, Bill se giró y sonrió.  

- Pareces un niño, déjame ir a desayunar Tom, van a venir y nos van a ver haciendo estas gilipolleces.- reí, rodeé su muslo con mi mano y le atraje hasta mi. Me reincorporé y me senté con las piernas abiertas, creando un espacio en el que hice que se sentara. Así lo hizo.

Acarició mi mano y sostuvo mi pulgar rodeándolo con su dedo índice. Apoyé mi cabeza en su espalda y rodeé su estómago, abrazándole con protección. Me gustaba abrazarle, aunque no lo pudiera hacer muy a menudo. Solía molestarle o insultarle (públicamente o delante de nuestros amigos y las cámaras de THTV), con el fin de que me hiciera caso, pero hacía mucho tiempo que no le abrazaba o simplemente le acariciaba.

Suspiró y acarició mis brazos con las yemas de sus dedos, superficialmente. Recostó su cuerpo sobre mi y escondí mi barbilla en la hendidura de su cuello. Ejercí más presión en el abrazo y disfruté de él.

Besó mi frente, mi mejilla y sonrió. 

- Gracias.- dijo.

Fue entonces cuando el sonido del timbre rebotó por toda la casa. Lejos de estar sobresaltados, nos deshicimos lentamente de nuestro abrazo y nos sonreímos. Bill se dirigió hacia la puerta y yo a la cocina, necesitaba el primer café del día. 

Tokio Hotel TV, bienvenidos a desayunos con Tom. Reí ante la estupidez de ese pensamiento.


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