Ciego de amor por tí.

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Imaginemos....

El estomago me daba vueltas de solo volver a entrar en ese lugar. No podía llegar con la cabeza en alto debido a que no era de mi agrado pero estaba muy aliviada de que pudiese sustentar mi universidad.
Vuelvo a mirar la cuota que había llegado hoy por la mañana, quería arrojarla a la basura y olvidarme de lo que era mi vida. El papel cae dentro de mi bolsillo. Respiro hondo aferrándome a mi bolso y entro.

— Pequeña, tendrás a alguien en la habitación en 10 minutos. Debes prepararte — Mary sonríe como si fuese placentero bailarle a desconocidos —. Es una gran suma. Lo reserve para ti.

— ¿Cuanto? — Deje mi bolso a un lado de la mesa y comencé a desvestirme —. Creo que...

— Más de cinco mil dólares — Río al ver mi expresión — Es un caso especial...

— ¿Pero sabe como soy? — Toque mis caderas algo rellenitas —.

— Claro, la mitad será tuya y la mitad del bar — Dio un leve aplauso y me dejo sola —.

Bufé. Creí que solo se llevarían una parte. Probablemente podría recuperar la otra mitad esta misma noche y así aliviarme de mi universidad.

Mire la diminuta ropa que había elegido Mary. Unas bragas de seda y un top de encaje que dejaban totalmente expuestos mis pezones.
Comprobé el reloj en la pared. Mierda. Era tarde. Cinco minutos que costaría menos dinero para esta noche.

Entre lentamente a la habitación iluminada con luces azules. El cliente estaba en la cama apoyado sobre sus codos en dirección a la puerta.

— Siento llegar tarde Señor... — Relamí mis labios —.

— Señor Bieber — Se para y ofrece su mano —.

Automáticamente doy unos pasos para sostenerla y sonreír. Sus anteojos negros no me permitían ver si realmente le parecía atractiva. Hice una rápida inspección. Una camisa blanca de una costosa marca con unos jeans negros rotos en las rodillas. Perfecto.

Una encantadora y perversa sonrisa que no quito desde que se presento.

Da un paso al frente y su mano acaricia mi rostro lentamente. Cierro los ojos y muerdo mis labios. Su perfume me deleitaba. ¿Quien era este hombre?. Santo dios. Olía tan bien. Ni una próxima gota de alcohol sobre él, lo sabía. Deposita un beso en mi mejilla y se vuelve a sentar.

— Sirve una copa de Champagne por favor — Relame sus labios —. ¿No puedes decir tu nombre, cierto?

— No, no puedo Señor Bieber — Balbuceé nerviosa —. ¿Selecciono la música?

— ¿Para que bailes? Oh si, unos temas... Hoy es mi cumpleaños — Sonrío — Eres mi regalo, según mis amigos...

— Feliz Cumpleaños Señor Bieber — Puse la copa en su mano y brinde con él —. Espero satisfacerlo.

— Sé que lo harás — Sonrío —.

— Entonces... ¿esta seguro que soy la elegida?, puede haber una confusión con mi compañera que es similar a mi — Suspiré nerviosa —.

— Si, eres tú — Dijo con voz ronca —.

— ¿Le agrada mi vestuario? — Di una vuelta lentamente —.

— Ven aquí. ¿Puedo tocarte o no? — Dijo dudoso —.

No. No podía. O al menos, debería subir la tarifa pero atiné a no decir nada y acercarme a él.
Lentamente sus manos recorrieron mis pechos, suavemente trazo mi cintura y luego mi culo. Mordí mis labios para no rogar por más. Jamás había estado con un cliente, era mi ley en este bar desde que entre pero este hombre hacía sentirme una adolescente con las hormonas alborotadas.

— Perfecta — Trago saliva —. Tus curvas son perfectas.

— Gracias — Sonreí sonrojada. Diablos. —.

— Describe que tienes puesto...

Hice una mueca. ¿Acaso...? ¿Él era ciego?. Oh Dios. Tape mi boca y él percibió mi movimiento.

— No puedo verte cariño pero estoy seguro que te disfrutaré de la misma manera que si pudiera hacerlo.

La Elegida {Imagina}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora