La Lluvia De Las Luciérnagas

Capitulo IV

Es sábado por la mañana, mi madre me coloca un plato con waffles y jalea encima. Solo veo el chorro que cae encima y después cubre a las fresas.

-Yo también quiero jalea - dice Andrea.

Salgo de mi mente y se la entrego.

-¿Estas bien? - pregunta mi padre sin quitarle un ojo encima al periódico.

-Si, solo que ando extraña de mi cabeza.

Mira el plato con comida, extrañamente no he dejado de pensar en Axel, me gustaría platicar más con el, puedo sentir que hay algo mal en el.

-¡Tierra llamando a Phoebe! - grita Andrea.

-Perdón - digo al reaccionar.

-Joe quiere verte Phe - me dice mi mamá

-¿Que ocurre? ¿Pasa algo?

-Necesita que le ayudes a levantarle el ánimo a algunas personas.

-¿Iras conmigo? - le pregunto a Andrea

-no podré, iré con Fred a dar la vuelta, pero puedo dejarte con Joe.

Terminamos de desayunar, me baño, me arreglo y le presto ropa a Andrea para poder irnos. Llegamos a cada de Joe. Me bajo del auto y Andrea me acompaña al pórtico, tocamos la puerta y Lucy abre la puerta.

-¡Phoebe! Que agradable sorpresa - me saluda y me abraza. - pasa, ahora mismo viene mi esposo. - Andrea se queda afuera y le explica que no podrá quedarse, ella se despide.

Cuando entro Billy y Dany corren a saludarme, me agacho para abrazar a ambos. Ellos gritan mi nombre y Billy me besa en la mejilla y me repite muchas veces que me extraño.

-Los niños te extrañaban, tenían miedo que te fueras sin despedirte - dice Lucy mientras me acerca un vaso de agua.

Me levanto del suelo y le recibo el vaso y me tomo todo de un sorbo.

Lucy es la esposa de Joe, no se cuento tiempo lleven juntos, pero tienen este pequeño par de gemelos idénticos, los se distinguir por que Dany tiene un pequeño lunar en la barbilla.

-Phe, de vuelta al juego, ¿como estas? Tu madre me comento que estuviste algo delicada.

-Mi madre suele exagerar, siempre he estado bien.

-Esa es la actitud - contesta Joe dándome unas ligeras palmadas en la espalda. - Vamos, nos esperan en el asilo, hoy es tarde de clases de baile.

-Yo no se bailar - le digo.

-ni yo, pero hay que hacerlos pasar un buen rato.

Desde hace un par de años cuando dejé el instituto me iba casi todos los días con Joe a hacer servicio social, alimentamos gente pobre, le consigo hogar a animales, regalamos juguetes y ropa a orfanatos y limpiamos las calles muy de vez en cuando. Es día de hoy tocaba alegrar una tarde en el asilo de ancianos.
Joe es el reverendo de la iglesia a la que suelo asistir, más que mi reverendo es mi amigo a pesar de ser mayor que yo, siempre ha estado ahí cuando me siento mal o estoy triste podría decirse que es mi mejor amigo lo ayudo en todo lo que puedo e intento hacer lo mejor.

-Aqui es - dice mientras detiene el coche.

Veo el lugar, por fuera se ve hermoso y aunque he venido cientos de veces, todo el silencio que hay me entristece un poco. Bajamos del coche y nos dirigimos a la entrada cargando nada más una grabadora con algunos discos de música.
Entramos y vemos a la recepcionista, no tan joven pero amable con nosotros, nos guía a la sala común donde algunos hombres adultos ven cómodamente la televisión.