Parte 1.

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Había una chica. Sí. Había una chica que me estaba carcomiendo el alma desde lo más profundo. No me preguntes su nombre, porque no lo sé. No me preguntes dónde vive, cuántos años tiene o dónde estudia, porque tampoco tengo respuestas para todas esas preguntas. Sólo sé que había una chica que siempre pasaba por la cuadra frente al café a las tres en punto de la tarde.

La primera vez que la vi, fue una tarde de invierno. A ella se le cayó su teléfono y se agachó a recogerlo. El veloz movimiento fue lo que llamó mi atención. Lo levantó y se fue. En ese momento no le di mucha importancia. A miles de personas se les cae su teléfono en la calle y se detienen a recogerlo. Muchos pies recorren la acera frente al café. Hay mucha gente camiando por la ciudad a las tres de la tarde.

No sé si son ideas mías, si son maquinaciones sin sentido. Solo sé que hay una historia que se repite una y otra vez en mi cabeza, y necesito contarla para sentirme cuerdo nuevamente. Aunque, por ahora, nada parece haber sido hecho por una persona cuerda.

Solo una calle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora