Muchas veces me decían que estaba anclado a Jakky's. Yo solía decir que si. No iba confesarles que estaba aferrado a la pelirroja que pasaba cada día por allí.
Mi carrera comenzaba a crecer, pero no lograba que eso fuera algo positivo. Mis historias no me parecían demasiado buenas. Muy rebuscadas, muy trilladas, muy normales. Ella era quien tenía que sacarlas de su normalidad, pero no se mostraba interesada en hacerlo.
Así que una tarde, salí justo cuando ella iba a mitad de camino. Su teléfono se cayó y se agachó a recogerlo. Si, ese era más tiempo para mi. Pero pasó un camión y, cuando llegué al otro lado, ella ya no estaba.
Entendeme, ya no comprendía qué pasaba. En el fondo creo que me obsesioné con ella para salir de mi frustración como escritor. El problema es que ya no era un escritor frustrado, económicamente. Ahora mi problema era ella.
Todos los escritores soñamos con escribir el cuento perfecto y yo estaba seguro de que ella era mi boleto a ese cuento perfecto. Pero se me escapaba, parecía huír de mi en una exquisita tranquilidad mientras sus pies rozaban la acera como si volara.
Busqué cosas que me aferraban a ella, para no poder dejarla de lado en ningún momento. "Amo el café de Jakky's", "No puedo escribir si no estoy ahí", "Es mi lugar en el mundo". Mis frases más usadas. La gente ya lo había aceptado pero yo no, porque eran mentiras, porque lo único que quería era: ella. Ya no sabía qué quería con ella, sólo la quería.
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Solo una calle.
Short StoryEl éxito a veces viene ligado a las más grandes locuras. Él creyó haber perdido la cordura por una chica y un café.