Capítulo 1 (Parte I)

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-¿Crees que tu marido está enterado de lo nuestro, querida? -El hombre rozó la frente de la mujer con los labios mientras la abrazaba casi con desesperación.

-Aunque lo sepa, no me importa -declaró ella-. Estoy cansada de tanto ocultamiento. Quiero proclamar nuestro amor ante todos.

-Oh, mi amor, mi amor. -El hombre bajó la cabeza y su nariz chocó con la de la mujer, de manera nada romántica.

-¡Corten!

Lauri Parrish pegó un salto cuando esa orden exasperada tronó del altoparlante con una voz que resonaba como la de Dios en el Sinaí.

-¿Qué demonios pasa hoy? ¿Ustedes dos no pueden hacer las cosas bien? Hace una hora y media que estamos varados en esta escena. -Un breve silencio flotó en el aire mientras los actores t los miembros del equipo técnico se movían con incomodidad. -Voy a bajar.

Lauri observó, fascinada, cómo la actríz se dirigía a su compañero de escena y le decía, con ferocidad:

-Yo debía inclinarme hacia la Cámara Uno, Drake. No tú.

-Entonces más vale que aprendas a contar, Lois. Ésa es la Cámara Tres. Además, ¿no te da miedo que la Cámara Uno detecte las cicatrices de tu lifting?

-Hijo de puta -le gritó la actríz mientras se abría paso por entre los camarógrafos que la miraban, divertidos, y taconeaba por el piso de concreto del estudio de televisión hacia los camarines.

Todo el episodio intrigó a Lauri Parrish, quien sorpresivamente se había encontrado en pleno decorado de La respuesta del corazón, un exitoso teleteatro diurno. Ella nunca miraba televisión durante el día porque trabajaba, pero en los Estados Unidos no había nadie que no supiera de la existencia de ese programa en particular. Muchas empleadas planeaban sus descansos para almorzar a fin de no perderse las proezas sexuales del doctor Glen Hambrick.

Algunos días antes, la doctora Martha Norwood, fundadora del Instituto Norwood para Sordos donde enseñaba Lauri, se había acercado a ella con un ofrecimiento.

-Tenemos aquí a una alumna, Jennifer Rivington, cuyo padre está pensando en sacarla del instituto.

-Sé muy bien quien es Jennifer -dijo Lauri-. Su discapacidad es parcial, pero su incomunicación es total.

-Por ese motivo, su padre está muy preocupado.

-¿Sólo su padre? ¿Y su madre?

La doctora Norwood vaciló un momento antes de decir:

-Su madre falleció. Y su padre tiene un trabajo poco común. Por eso se vio obligado a internar a Jennifer en nuestro instituto desde que era chiquita. Pero la pequeña no se ha adaptado bien. Ahora él quiere contratar a una maestra particular para que esté con ella en su casa. Y pensé que tal vez te interesaría, Lauri.

Laura frunció el entrecejo.

-Bueno, no sé. ¿No podría ser más específica?

La dama de pelo entrecano con inteligentes ojos azules observó con atención a su maestra más competente y dedicada.

-Todavía no. Pero sí te dré que el señor Rivington quiere que la maestra particular de Jennifer se la lleve a vivir a Nuevo México. Él posee una casa en un pequeño pueblo de montaña. -La doctora Norwood sonrió. -Sé que te gustaría irte de Nueva York. Y, por cierto, tienes las condiciones necesarias para ese trabajo.

Lauri se echó a reir en voz baja.

-Después de haber pasado la infancia en Nebraska, Nueva York me resulta un poco sofocante y abarrotada de gente. He estado aquí ocho años y sigo extrañando los espacios abiertos y amplios. -Se echó hacia atrás un rizo color cobre. -Me da la impresión de que el señor Revington está eludiendo la responsabilidad de criar a su propia hija. ¿Acaso es uno de esos padres a los que les molesta que su hija sea sorda?

La doctora Norwood observó sus manos cuidadosamente arregladas, que tenía entrelazadas sobre el escritorio.

-No te apresures tanto a juzgarlo, Lauri. -la regañó con suavidad. A veces, su protegida reaccionaba con demasiada rapidéz. Si Lauri Parrish tenía un defecto, era apresurarse en sacar conclusiones. -Como te dije, las circunstancias no son nada usuales.

Se puso de pie con brusquedad, como para indicar que la reunión había llegado a su fin.

-No tienes que decidirlo hoy, Lauri. Quiero que observes a Jennifer en los próximos días. Pasa algún tiempo con ella. Después, cuando sea conveniente, creo que tú y el señor Revington deberían reunirse y conversar un poco.

-Cooperaré en todo lo que esté a mi alcance, doctora Norwood.

Cuando Lauri llegó a la puerta de vidrio esmerilado, la doctora Norwood la detuvo.

-Lauri, por si te lo estás preguntando, el dinero no será ningún problema.

Lauri respondió con total sinceridad:

-Doctora Norwood, si yo aceptara un empleo de maestra particular, sería porque estoy convencidad de que es lo que la pequeña necesita.

-Eso pensé -replicó la doctora Norwood con una sonrisa.


***

Holaa, voy a subir los capitulos de a dos partes, porque son muy largos.

Espero likes y comentarios :)

Besos y abrazos<3

Giuli:*

Romance Silencioso (Sandra Brown)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora