Al otro lado del sol.

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Tiempo después de su separación Akashi seguía con su vida normal, la rutina continuaba para bien o para mal, su orgullo no le permitía llevar un duelo adecuado por el término de su relación, prefería no pensar, evadir esos sentimientos de abandono, de extrañar a esa persona especial.

Así también prefirió ignorar el pequeño "Problemita" que seguía creciendo dentro de él, no sabía si lo hacía consciente o inconscientemente, en un primer momento su intención era deshacerse de "Eso" luego pensó que no sería tan malo dejar que las cosas pasaran, y así siguió su vida ocupada, llena de trabajo y obligaciones impuestas por él mismo.

Tenía su imperio, la empresa que con tanto orgullo había logrado montar con su esfuerzo y lejos de su padre, se volcó al 1000% a trabajar, salía tarde de su oficina intentando escapar de la realidad, el difícil presente donde la persona a la que amaba ya no estaba a su lado, la dura verdad de que al llegar a casa ya nadie le esperaba para darle la bienvenida, que al dormir ya no estaba él para abrazarlo y al despertar estaría solo en su cama, así eran sus días y él seguía ignorando a la pequeña cosita que a estas alturas ya tenía 4 meses creciendo en su interior.

A estas alturas ya su vientre se veía algo abultado, ya no podía seguir haciéndose el desentendido.

Era difícil enfrentarse a eso ¿Como lo haría? Se sentía como un fenómeno.

– Los hombres no tienen bebés –Pensaba una y otra vez.

Estaba en un estado de negación absoluta, según le había explicado su médico padecía de una muy curiosa condición que le permitía concebir bebés debido a algunas alteraciones genéticas, y él no era el único, al parecer a varios sujetos de sexo masculino les había ocurrido algo similar. Cuando el médico se lo confirmó luego de varios exámenes que se había realizado quedó en shock, al principio pensaba que era solo un virus que lo tenía mal del estomago de ahí sus nauseas y vómitos, ese mismo día Atsushi le dijo que terminaran y él ni siquiera alcanzó a contarle sobre de su condición, para ese entonces Seijuro tenía 4 semanas de gestación, según le habían dicho hasta las 12 semanas podría deshacerse del "Producto", el tiempo se le acabó tendría que tenerlo, ya tenía 16 semanas, 4 meses .

–Soy un imbécil ¿Cómo deje que esto pasara? –Se preguntó dándose cuenta de la responsabilidad que tendría, aun podía darlo en adopción, se tranquilizó.

Un día estaba recostado en su cama luego de una agotadora jornada, unas tremendas ganas de comer dulce le invadieron, fue horrible, como si pudiese matar por un chocolate, corrió a comprar a una tienda de "Convini "eso era lo que comúnmente llamaban un "Antojo"

Cuando volvió a su apartamento se recostó en su cama, cerró los ojos y los recuerdos volvieron a él.

–Atsushi – ¿Cuánto tiempo había pasado? Meses. –Todavía te extraño, ojala que estés donde estés te encuentres bien y seas feliz. –No había tenido tiempo ni de llorar ni de lamentarse, estaba tan ocupado con su trabajo y ese era el plan, no pensar, pero ahora se sentía tan vulnerable, tan sensible, tan vacio, su departamento era tan grande y ahí estaba tragando chocolate como loco, se recostó y sacó de debajo de su almohada aquella prenda que nunca había salido de ahí, la prenda que no empacó ese día pues quería dejarla como último vestigio de esa persona que tanto amaba, la playera de Atsushi, la tomó entre sus manos y la acercó a su rostro llorando en silencio, ahí fue cuando lo sintió por primera vez, su hijo se movió, desde ese instante empezó a notarlo, en ese momento su vida cambio.

Tomó conciencia de la vida que llevaba dentro, de la existencia que había creado junto a la persona que amaba, de alguna forma sentía que Atsushi estaba ahí, cerca muy cerca de él, ya no sentía el vacío enorme que ocupaba su corazón, en 5 meses iba a nacer ese pequeño ser que intentaba hacerse notar, nuevamente un par de lágrimas cayeron por su rostro, pero por alguna razón ya no eran de tristeza.

Entre Morado y RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora