Al desconectarse el auricular, la música de piano comenzó a sonar por los altavoces del celular, haciendo que todos en el aula volteen para ver de dónde provenía el sonido.
- ¿Qué haces?- no quería elevar el tono de mi voz, eso sólo lograría llamar aún más la atención de los espectadores. Aunque ya bastante atentos estaban al ver que el "chico raro" estaba hablando.
- ¿Acaso no sabes que si alguien te habla, como mínimo, tienes que tener la educación como para escuchar lo que quiera decirte? -ignoró mi pregunta y no se molestó en imitarme bajando también su voz.
- Mira niña, devuélveme mi celular y hazme el favor de girar hacia tu mesa y no volver a molestarme, ¿de acuerdo?- no podía evitar sentirme el centro de atención en esos momentos, y quizás sea porque gran parte del curso estaba asomándose cada vez más a ver lo que estaba pasando.- No le contesté porque...- ¿acaso le estaba dando explicaciones?
- ¿ Por qué? Porque eres un grosero.
- No tengo por qué darte explicaciones a ti. Sólo devuélveme mi maldito teléfono y déjame en paz.- ya estaba completamente irritado. Niña estúpida.
-Eres un idiota.- dejó el celular en la mesa y se giró. De a poco, los espectadores comenzaban a volver a sus lugares, pero aún así continuaban mirando. Decidí ignorarlos mientras volvía a enchufarme en mi mundo y buscar la parte de la lectura en la que me había quedado antes de ser interrumpido...
Maldita sea, no podía concentrarme en la lectura, aún teniendo los sonidos externos tapados por la música. Esta vez, los sonidos que me quitaban la concentración provenían de mi cabeza, reviviendo cada segundo de lo recién ocurrido. Sentía hervir la sangre de la furia. ¿Quién se creía esa para arrebatarme algo de mi pertenencia de esa manera?
Levanté un poco la vista y la veía delante mío, cruzada de brazos. Parecía estar sintiendo la misma furia. Podía ver cómo su compañera de banco, y amiga, estaba nerviosa. Supongo que no debía ser cómodo para ella estar al lado de una chica que seguramente experimentaba una gran contención de gritos y golpes que no pudo darme. Eso me hizo reír por dentro. Ella me quitaba la concentración y era quién parecía aún más molesta que yo. Genial. En fin, ni siquiera sé por qué me molesto en seguir pensando en eso, era sólo una chica más que hacía su patético intento de llamar mi atención, aunque de una manera más original. Molestándome y luego enojándose por mi reacción. Realmente era estupendo.
Le estaba dando demasiadas vueltas al asunto y no me agradaba. Tenía que volver a concentrarme, o el profesor podría ser un poco más puntual y llegar de una vez al aula para empezar con la clase.
Casi como si mi pensamiento lo hubiese perseguido, el profesor entró al aula y dio comienzo a la clase. Como cada año, esta clase se trataba de presentarnos para que los alumnos nuevos conocieran al resto y, luego, copiábamos las expectativas de logro, contenidos de la materia -historia- y demás cosas que se verían a lo largo del año escolar. Totalmente aburrido.
Terminada la clase, pude ver que Emma esperaba a alguien en la puerta, mientras los demás iban saliendo y su amiga le pedía por favor que se fueran. A medida que me iba quedando sólo, pude confirmar la sospecha de que ese alguien a quién esperaba era a mi. No bastaba con haberme molestado a un comienzo, ahora también tenía que hacerlo al terminar la clase.
No pensaba darle el gusto.
Comencé a caminar hacia la puerta, una vez que ya todos habían salido. Me dispuse a pasar por alto su mirada desafiante y estaba por lograrlo fácilmente, alejándome de ese lugar, pero ella decidió complicarlo. Emma se puso en medio de mi camino, obstaculizando la única puerta por donde podía salir.
-Tú y yo vamos a hablar- levantaba su mentón para poder mostrarme su mirada furiosa- no creas que voy a dejar pasar así como así tu falta de respeto.- medía al menos 20 centímetros menos que yo, y ahí la tenía, en frente mío, a unos escasos centímetros, haciéndome frente para que... les pidiera disculpa?
- Hazte un favor, y deja de humillarte de esta manera, enana.- le di mi mejor sonrisa y pude notar cómo sus mejillas tomaban color, aunque ella insistía en hacerse la fuerte y prepotente.
- No me llames enana y no pienso moverme hasta no oírte pedirle disculpas a Valeria- sus mejillas habían tomado un ligero color rojo, pero continuaba en el mismo lugar, ni un centímetro más lejos. Lo cuál, me hizo sentir el deseo de incomodarla aún más.
- Y si no lo hago, ¿qué?- me acerqué a ella, y me bajé unos centímetros, para que mi rostro quede más cerca del suyo. El color de sus mejillas comenzaba a expandirse. Tenía que hacer un gran esfuerzo por contener la risa y no arruinar ese momento.
- Vamos Emma, no es para tanto, ya déjalo pasar y vayámonos- hasta ese momento, había olvidado la presencia de Valeria e incluso que era por ella que estaba pasando esto. Si esa chiquilla no me hubiese molestado con sus señas para llamar mi atención, nada de esto estaría pasando.- No hace falta que me pida disculpas, ni siquiera lo recordaba- Ella parecía bastante nerviosa por la situación y su voz denotaba culpa. En otra ocasión le hubiese pedido disculpas, aclarándole cómo era mi trato- o mejor dicho, no trato- con las personas de la secundaria, para que no volviera a intentar ser amable conmigo, y todo hubiese terminado ahí. Pero, su amiga había logrado que mi orgullo tome la delantera en este caso.
- Ves, hazle caso a tu amiga y déjame pasar; para que todos podamos irnos a casa ya- me acerqué unos centímetros más hacia ella.- O,...acaso estás esperando algo más que sólo unas disculpas.- si me acercaba sólo un centímetro más, podría rozar su nariz. Pero no pretendía algo más que sólo molestarla lo suficiente para que se largue.
- Eres realmente idiota, Borja.- Se alejó y tomó con brusquedad la mochila que le sostenía su amiga, que parecía un poco más relajada ahora que tomaba distancia- Ya veo por qué siempre andas sólo. ¿Quién diablos querría acercarse a un tipo tan arrogante, orgulloso y mal educado como tú?
- Al parecer, tú y tu amiga.- No podía evitar sonreir triunfante.- Pero lamento decepcionarlas chicas, prefiero continuar acompañado de mi música y mi lectura.- sentía que me estaba asesinando con la mirada y que pronto se tiraría encima mío a golpearte- Y, Emma, no lo tomes como algo personal; sino como un simple consejo.- me aclaré la voz antes de continuar.- La próxima vez que quieras intimidar a alguien, intenta evitar sonrojarte tanto por tenerlo tan cerca, sino parecería que estás insinuando otra cosa y más si se te nota tan nerviosa- ahí volvía el color a sus mejillas- como parece que lo estás ahora. ¿ Es eso rubor en tus mejillas?
- Hubiese jurado que detrás de esa persona callada y solitaria, se encontraba un chico tímido y agradable. Pero veo que estaba realmente equivocada, al descubrir a tan egocéntrico fanfarrón.- Se dio vuelta y agarró a su amiga del brazo, tirando de ella para que la siguiera.
- Buenas tardes señoritas
- Vete al infierno, idiota.- me respondió mientras se alejaba, y antes de perderle de vista, noté cómo se giraba sobre sus pies para hacerme una seña obscena con la mano.
- Muy madura Emma, muy madura.- ya no alcanzaba a verla y decidí que era hora de marcharme. Reí al recordar la situación y me coloqué los auriculares para empezar a caminar hacia la parada de autobús.
Por mi cabeza pasaba la idea de tener que soportar este tipo de situaciones por un largo tiempo. Después de todo, acababa de herir el orgullo y la dignidad de una chica, que al parecer tenía un gran carácter, a pesar de que su cuerpo le haya jugado una mala pasada mostrando cierto lado de vulnerabilidad. Sabía, estaba completamente seguro, de que ella no me la dejaría pasar así como así.
Ella buscaría venganza, y estaría preparado entonces.
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No quiero estar aquí
RandomBorja estaba teniendo su último año de secundaria y ansiaba poder egresarse, ya que no soportaba estar rodeado de gente de su misma edad. Siendo el "chico amargado y mala onda de la clase", sus compañeros habían optado por dejar de intentar incluirl...