Primer hecho

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Lo cierto es, que uno vive la rutina con una ceguera tremenda. Nos levantamos, casi sin ganas, combatiendo con el frío o el desvelo nos dirigimos a un trabajo, la escuela, a hacer los quehaceres o a soportar una existencia sin actividades, si se corre con la suerte de no estar en una situación de hospital, o enfermedad. Sea cual sea el caso, damos por sentadas muchas cosas. Y como en una obra de teatro, una película o más aun, un video porno, pocos son los curiosos que se preguntan qué tuvo que pasar para que esto que vemos sea lo que es. 

A decir verdad, somos una raza joven, comparada con la antigüedad de nuestro planeta, el cual, comparado con la historia de otros planetas, es también joven.  Lo que quiero decir con tanta palabrería, es que ignoramos mucho.

Pero, hay historias que llegan como un soplido, aferrándose a la arena y sobreviviendo a la ventisca, sedientas de un oyente (un lector en este caso) a través del cual pueda vivir unos años más (que triste infortunio).

Así me vino esta historia, en un viaje fuera del Estado, donde uno es desconocedor de todo alrededor y necesita un guía para llegar al punto deseado. Como ocurre en esos viajes, uno conoce y aprende. Conoce costumbres, personas, colores, lugares, palabras, aprende a desenvolverse, a que el mundo es amplio, a hablar de determinada forma, a cuidar ciertos modales, en fin. Aquella tarde conocí (y disfruté) el zacahuil, un tamal hecho de carne de puerco y envuelto en hoja de plátano, que por su tamaño, me dejó más que satisfecho pero con la incapacidad de retomar mi camino de inmediato. Esas comidas son para disfrutarlas incluso en la digestión.

Entonces pensé en las palabras de un amigo "tienes mal de puerco". Claro todo el mundo en el país sabe que así se le dice a ese peculiar estado somnoliento que aparece después de comer, lo que hace que muchos oficinistas deseen que su horario de comida fuese de dos, y no de una hora, y más aún, que sueñen con tener un área para tomar la siesta (cosa bastante difícil a no ser que trabajes en Google). Como sea, algunos insensatos se conforman con decir que este término proviene de la comparativa con el cerdo, que a decir verdad, se la pasa acostado. Respuesta muy simplista para las mentes inquietas. Así que esa tarde le pregunte a mi guía ¿usted sabe porque se le dice mal de puerco cuando nos da sueño después de comer? Mi guía es bastante conocedor de la historia que no viene en libros de texto, así que sin tener compasión de mí, me contó todo...

Hace bastantes miles de años, la humanidad no era una especie solitaria, de hecho, no era ni siquiera una especie dominante. apenas iba desarrollándose. Si ahora el hombre es inseguro, en aquella época era temeroso de todo, y el temor trae consigo consecuencias. El hombre aprendía que si quería algo, debía tomarlo por la fuerza. Pues bien, un grupo de nómadas decidió aventurarse por unas montañas vírgenes, claro que, casi todo era virgen en esos tiempos para el hombre. Pero bueno, este grupo paso tormentas, fríos y sufrió perdidas en el trayecto, y cuando estaban más faltos de esperanza, se encontraron con una grieta por la cual apenas cabían en fila india. Muchos dudaron, pero el líder decidió entrar, y consigo los demás. Después de rasgarse las manos y pies en esa osadía, llegaron a un valle. 

Cual fue la sorpresa de estos hombres y mujeres, al ver una tierra sumamente desconocida, fuera de toda magnitud. Habían cultivos, caminos, y a lo lejos, se veían estructuras de piedra, claro que ellos no conocían nada de esto. Hambrientos irrumpieron las cosechas, un montón de fruta entre sus pies que partieron en pedazos y devoraban manchándose sus sucias pieles del néctar que escurría de sus bocas.

El mal del puercoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora