Primer día en el nuevo instituto, comenzaba bachillerato. No debería sentirme nerviosa, ¿o sí? No sé, solo quería que acabase ese día, conocer a mis compañeros era lo que más me interesa, o mejor dicho, saber quienes son, porque para conocer a alguien tendría que socializar, y eso no se me da muy bien.
Eran las 8:00 de la mañana y me disponía a salir de casa, me miré al espejo, me peiné y preparé un poco para no ir demasiado horrible y comencé mi camino. Llegué unos 10 minutos después y aún no había sonado el timbre, pero queda poco. Observé aquello, justo al entrar hay un jardín, bastante bonito a decir verdad, con flores y césped. A la derecha un techado con bancos y suelo de piedra, no me imaginaba un instituto así.
Seguí caminando, esquivando miradas e intentando no llamar mucho la atención. Llegué a una zona más grande, un gran patio, con canchas de baloncesto, y a lo lejos lo que parecía una sala para Educación Física.
No pude observar más, sonó el timbre. Me dirigí a una zona llena de columnas por donde se subía a las clases. 1ºB, tengo que buscar, nunca había entrado aquí y estaba algo perdida.
Subí a la primera planta y comencé a mirar clase por clase, pero no encontraba la mía. Me disponía a subir a la segunda planta, pero algo me lo impidió, choqué.
- Lo siento. - Dije calmada y algo asustada.
- Fallo mío - Dijo una voz grave.
Levanté la mirada y me topé con unos ojos verdes oscuro mirándome fijamente.
- ¿Nueva, verdad?
- Eso me temo. - Contesté nerviosa. - Y algo perdida.
- Te ayudo, ¿En qué curso entras?
- 1ºB, he buscado en esta planta pero no encuentro el aula.
-Debes subir arriba, tranquila te acompaño, yo también tengo que subir, entro en 1ºA.
- Muchas gracias.
Agaché la mirada y nos dirigimos a las escaleras en silencio hasta llegar a la clase. Era alto, bastante más que yo, con el pelo castaño, corto y despeinado, algo moreno de piel y vestido con ropa ancha, pantalones negros al igual que sus zapatos y un una sudadera gris bastante grande.
Miré por la ventana de mi clase y agradecí que no hubiese llegado aún el profesor y todo el mundo estuviese hablando, y riendo.
- Gracias por acompañarme, debo acostumbrarme a este instituto. - Reí tímida.
- Un placer. - Apretó los labios. - Por cierto, me llamo Jae, encantado.
- Yo Ally, encantada también. - No sé hablar cuando me pongo nerviosa. Arg.
- Búscame si necesitas ayuda, o vuelves a perderte.
Se acercó, me dio un beso en cada mejilla y se fue directo a su clase, oficialmente conocía a alguien, aunque solo hubiese sido por necesidad. Me pareció agradable.
Después de suspirar unas 3 veces, decidí entrar en clase y buscar un sitio, en la ultima fila y al lado de la ventana, como me gustaba. Lo encontré, apoyé mi mochila en la pared, me senté y analicé a mis compañeros.
No había nada muy distinto. Muchas chicas que podrían ser modelos, muchos chicos que parecían sacados de pelis y entre ellos algunos bastante normales, nada nuevo.
Saqué mi libreta y garabateé algo que no recuerdo hasta ver entrar al profesor, alto, rubio, algo mayor pero no demasiado, vestido de forma correcta pero no demasiado elegante, no parecía muy estricto y me inspiró confianza.
- Buenos días, bienvenidos, yo voy a ser vuestro tutor este curso y espero no tener que ser muy estricto, no me gusta serlo. Me llamo Jesús y tendréis mi ayud - Alguien llamó a la puerta interumpiendole y seguidamente se abrió para dejar ver a alguien que a primera vista no me llamó la atención.
- ¿Se puede Jesús? Siento llegar tarde, el coche se ha averiado y...
- Pasa Ed, no es nada nuevo que llegues tarde.
El chico, pelirrojo, de ojos azules, algo despeinado y con ropa algo desgastada, corrió a sentarse unos asientos delante de mi, de los pocos que quedaban libres. La clase continuó normalmente, nos presentamos, hablamos un poco sobre nosotros, nuestras aficiones, a qué queríamos dedicarnos en un futuro... etc.
Fueron 3 horas de jornada de sensibilización con nuestro tutor, haciendo dinámicas, juegos y variedad de cosas, para acostumbrarnos al profesor y a los compañeros, que exceptuando a algunos, la mayoría no me producían el más mínimo interés. Y entonces, llegó la hora del descanso. Busqué un sitio en el patio donde nadie pudiese molestarme y me coloqué al final de unas escaleras que daban a una puerta, esperé que no la abrieran. Empecé a comer lo que mi madre me preparó aquel día que no recuerdo, obviamente, y me quedé sentada, como no, observando el patio.
Hasta que algo me llamó la atención, el chico pelirrojo, Ed, unos escalones más abajo, observándome quieto, mientras mordía una manzana.
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17'S LOVE
FanfictionNo sé juzgar una historia antes de saber su final, así que mejor lee.