Cap. 4

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Pasaban los meses y todo iba genial, todo seguía igual, las charlas con Jae, los días con Ann, las "fiestas", que más que fiestas eran reuniones en las que todos nos lo pasábamos genial, y Ed, bueno, seguía cada descanso allí conmigo y con Ann, que se llevaban bien a pesar de casi nunca hablar, no tenían mucho en común. 

Llegaron las vacaciones de Navidad, mis favoritas, no solo por las reuniones familiares, ni las cenas, ni el estar con amigos, era más por el ambiente en las calles, porque la felicidad que se respiraba, porque en esa época del año todo era más acogedor. 

Salía casi todos los días a recorrer la ciudad con alguien o sola, me gustaba pasear, íbamos a parques, bares o quedábamos en alguna casa, todo era genial, hacíamos lo que nos apetecía cada día y no podíamos estar mejor.

Era 23 de Diciembre, las 20:00, habíamos quedado unas 6 personas, entre ellas Ann y Ed, como no. El centro estaba iluminado con unas preciosas luces azules y blancas con formas navideñas, hacía frío pero no demasiado, reíamos, saltábamos y parecíamos locos por la calle con todo el mundo mirando. 

Pasaron las horas, cenamos en un Burger King que extrañamente a todos nos gustaba, y digo extrañamente porque eramos muy especiales en el tema de la comida, aun que cuando algo nos gustaba comíamos hasta casi explotar. 

Llegaron las 23:00 cuando salimos de allí y el tiempo se volvió algo más frío para mi, que solo llevaba una sudadera de primavera encima de una camiseta de manga corta. Los demás lo notaron, y como no, tenían que hacer alguna tontería. Se agruparon y me pusieron en el centro, como ellos dijeron, para darme calor, era algo extraño pero divertido. 

Llegó la hora de irnos y cada uno tomó su camino, yo con Ed ya que vivía cerca mía, Ann con Ale y Alan con Lu.

Quedaban unos 15 minutos para llegar cuando volví a tener frío, pero esta vez no había un grupo de personas que me abrazaran hasta casi aplastarme, simplemente noté una chaqueta, que olía demasiado bien, caer sobre mis hombros y a Ed con solo una camiseta.

- No, no y no. Ed no, te vas a congelar. - Dije mientras se la devolvía. 

- No me voy a congelar, créeme. Además, a ti te queda mejor. - Volvió a ofrecérmela, esta vez cerrando la cremallera. 

- ¿Estás seguro? 

- Segurísimo, estoy bien, ¿ves? - Empezó a saltar y a correr por toda la calle haciendo ruidos extraños, lo que él sabía perfectamente que me haría reír, y así fue. - Me gusta tu risa.

-¿Mi... risa? 

-Sí, tu risa. Estás muy guapa cuando sonríes. 

- Yo... Gracias. - Agaché la cabeza. - No sé qué responder a esos comentarios Ed, nunca nadie me dice cosas así.

- Pues acostúmbrate, estoy aquí y tu sigues estando preciosa cuando sonríes. Y también cuando te sonrojas, por cierto. 

- Ed, no sé...

- No hace falta que digas nada. - Rascó su nuca y continuó hablando. - Por cierto, ¿te apetece quedar el Miércoles? Tú y yo, solos. Sé que pasarás estos dos días con tu familia, pero el 26 lo tienes libre, ¿no?

- Sí, claro, vale. - Llegamos al portal de mi casa. -Nos vemos el Miércoles Ed.

-Vendré a recogerte a las 18:00. - Sonrió, me dio un beso en la mejilla y se fue corriendo como un niño pequeño. Ed, ¿Como podías ser tan genial? 


Pasaron aquellos dos días con la familia, el 24 con la parte de mi madre, fue una noche genial, jugué con mis primos chicos todo el día y vimos pelis toda la noche hasta quedarnos dormidos. Y el 25, a parte de algunos regalos de improvisto, como chocolate y discos de música, comí con mi otra parte de  familia, la cual no me agradaba tanto como la de mi madre, pero bueno, era Navidad, no podía negare a ir, solo les veía una vez al año, no me quejaría. Lo único bueno era la cantidad de libros que mi tío tenía en su casa, era impresionante, y me encantaba. 

Aquel día por la noche, como cualquiera en vacaciones, decidí subir al tejado, lo  hacía siempre que quería pensar y estar a solas, era uno de mis placeres. 

Subí, me tumbé a mirar las estrellas y me di cuenta. Me di cuenta de que me gustaba Ed, me di cuenta porque empecé a contar cada minuto que faltaba para las 18:00 del día siguiente, me di cuenta de que todavía tenía su sudadera y de que olía mejor que cualquier cosas que haya olido en toda mi vida. Y sí, me di cuenta de que él tenía novia.

(...)

Desperté a la mañana siguiente en mi cama por suerte, no seguía en el tejado. Bajé a desayunar y ya mis padres se habían despertado, así que les saludé y fui directa a la cocina. 

Me preparé un bocadillo y me puse a ver los únicos programas que echaban en la tele, nada demasiado entretenido, así que al terminar, volví a mi cuarto y puse algo de música. Hacía un buen día, algo frío pero soleado. Decidí que llevaría aquella tarde, y en mi cabeza comencé a planear como saldría al día.

No llegaba a entender por qué quiso quedar a solas, pero tras preguntármelo 5 veces a mi misma sin obtener respuesta, asumí que no la tenía. 

Llegó casi la hora. Faltaban 5 minutos y yo ya estaba lista para salir. Me había puesto unas medias negras a juego con mis zapatos y como no, su sudadera, que pretendía devolverle aquella noche. 

17:58, abrí la puerta para esperarle en el portal, pero ya estaba allí y se asustó tanto de que apareciese de repente, que se le calló la bolsa con dulces que me había traído. 

- Ally... - Dijo recuperando el aliento. - Por favor no vuelvas a hacer eso.

- ¿Hacer qué? - No podía parar de reír.

- ¡Casi me matas del susto! - Recogió la bolsa. - Y bueno, esto es para ti, se que te gustan.

- No hacía falta Ed, pero muchas gracias de todos modos.

- No me des las gracias. - Carraspeó. - Señorita, ¿lista para pasar uno de los mejores días de su vida? - Preguntó intentando hacerse el interesante. 

- Eso  ya lo veremos. 



17'S LOVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora