diecisiete.

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L, ¿Podrías algún día contarme qué pasó con todo?

Tú sabes que voy a seguir siendo la misma distraída y poco capaz de siempre.

Y tú el mismo bromista con cara de serio por siempre.

Extraño tus bromas.

Nunca te amé, L.

Pero si te llegue a querer por tu intrepidez.

A veces siento un depreció hacía ti tan grande que no me cabe en el pecho por tu acto inmaduro.

¿Por qué no tomaste esto serio, L?

Como cuando veías esos partidos de fútbol.

Me insultabas cuando me burlaba porque perdía tu equipo.

L, nunca fuiste maduro al fin y al cabo.

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