Comprensión

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Canción: Please don't go - Barcelona
εїз ~ εїз ~ εїз

Sonrío al verlo sentarse frente a mí. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que vino a visitarme, así que me encuentro algo emocionado por verlo aquí, otra vez frente a mí. Sé que si viene es porque quiere contarme algo. Siempre fui quien lo escuchaba cuando los demás parecían ignorarlo. Lo conozco de toda la vida, pero por cosas de la vida nos vimos obligados a separarnos. Dejamos de vernos por un tiempo muy largo... hasta ahora.

—Hola —saluda con tristeza

—Hola, amigo.

Suelta una risa y se frota el rostro pareciendo cansado. Parece que quiere llorar y de inmediato me angustio. ¿Qué es lo que lo tiene así? Tiene unas ojeras profundas los ojos enrojecidos. Luce cansado, como si llevara una carga muy pesada sobre su espalda.

¿Qué tienes, amigo? ¿Qué te angustia?

Espero a que ordene sus pensamientos, a que decida qué quiere contarme. Yo solo lo miro y espero.

—No sé por dónde empezar —murmura mirando sus zapatos—. Ha pasado tanto desde la última vez que hablamos que hay tanto por contarte. Pero supongo que comenzaré por la escuela. Todo es tan diferente ahora. Deberías verla alguna vez, darte una vuelta por ahí y notar lo que te digo. Todo es tan... extraño. No sabría explicártelo, pero ya nada es igual. Nada —suspira. Yo esbozo una sonrisa triste. Él no sabe que ya he ido a ver cómo sigue todo y que, sí, tiene toda la razón; ya nada es lo mismo.

»Ni en casa, ni en la escuela, ni dentro de mí —continúa—. No soy el mismo. He cambiado tanto, ¿sabes? Me he enamorado. Carajo, me he enamorado como un demente de ella, sin embargo nadie aprueba nuestra relación. Todos nos miran mal y es horrible, pero en cierto modo entiendo. La situación bajo la cual nos enamoramos no fue la mejor. Fue... —Suspira frustrado y se pasa las manos por el pelo—. ¡Maldición! Necesito que me aconsejes —pide en un murmullo. Recarga los codos sobre sus rodillas y entierra el rostro entre sus manos. Sin poder evitarlo me acerco un poco más a él y coloco mi mano sobre su hombro. Me duele verlo tan destrozado. Quisiera solo poder darle consuelo de alguna forma.

»La última vez que nos vimos me dijiste cuánto la amabas, me dijiste lo perfecta que era, lo bien que olía... La última vez que hablamos me dijiste que querías casarte con ella —recuerda, la última palabra saliendo en poco más que un susurro roto—, y ahora... Ahora comprendo todo. Tenías razón. Es perfecta. Es dulce, hermosa, cariñosa... y te sigue amando. Siempre te va a amar. No importa que la hayas dejado así tan de pronto y sin explicaciones, sin despedirte, siempre vas a estar en sus pensamientos y siempre te va a extrañar, al igual que sé que yo lo haré.

—Lo lamento —susurro, sin embargo él no me escucha.

—A veces me siento tan molesto contigo por haberte ido, por habernos abandonado. Deberías haber visto lo destrozada que la dejaste. Que nos dejaste. Sé que no tuviste opción, pero a veces el dolor y la desesperación nos hacen tener pensamientos absurdos y egoístas —masculla apretando los dientes. Puedo ver las lágrimas que comienzan a aglomerarse en sus ojos y eso rompe mi corazón. El sollozo que se le atora en el pecho al inhalar un aliento tembloroso me indica lo destrozado que se siente...

»¿Sabes cuánto sufrió ella cuando te fuiste? ¿Sabes cuánto te lloré yo? —cuestiona sin poder enmascarar el dolor que siente.

Quiero decirle que sí. Lo sé, lo vi.

Lo veo.

—Pero ahora te tiene a ti, ¿no?

Eleva sus ojos y los clava en el lugar donde me encuentro descansando, en mi lápida. Las lágrimas que antes retenía corren por sus mejillas ahora y entonces mira hacia el cielo. Su barbilla tiembla. Parece estarse aguantando las ganas de llorar.

Cuando vuelve a bajar la vista, se arrodilla y acaricia con cuidado mi nombre.

—No sé qué más decirte. —Pasa su mano por su cabello y bufa—. Te extrañamos. Fuiste mi hermano y su primer amor. Siempre lo serás, siempre estarás en nuestros corazones. Nunca te olvidaremos. Quiero que sepas que ahora yo la cuidaré por ti, que la amaré y la haré feliz, no te preocupes —susurra. Yo sonrío.

—Sé que lo harás.

Coge una profunda y temblorosa respiración para luego soltarla con lentitud, tratando de calmarse y asiente, como si me escuchara.

—Te diría que te cuides, pero seguramente no es necesario allá, ¿eh? Ha de ser todo perfecto. Me gustaría saber cómo es todo. ¿Estás en paz? ¿Eres feliz? —Arranca una brizna de césped y suspira—. Jamás habría imaginado que me enamoraría de la mujer que siempre amaste, pero... prometo que la cuidaré bien, solo quiero que sepas eso. La seguiré amando como merece, como sé que tú hubieras seguido haciendo.

Un sonido detrás de él lo hace sobresaltarse. Yo sonrío al verla cargar un ramo de flores. Luce tan hermosa como siempre, pero con sus ojos tristes. Se arrodilla frente a mí para depositar las flores y yo acaricio su mejilla. Cierra los ojos y, por un instante, pareciera que en verdad siente mi toque. Me gustaría poder sentir su piel aunque fuera una última vez. Me gustaría susurrarle una vez cuánto la amé. Cuánto la amaré siempre.

Lo que más lamento de todo es no haber podido despedirme de ninguno de los dos. No tuvimos un último adiós y sé que eso les duele, pero estoy bien. Ahora estoy bien. Jamás voy a dejar de amarla, pero me alegra que poco a poco siga adelante sin mí. Estoy feliz porque las dos personas más importantes en mi vida está bien ahora, se tienen el uno al otro. Hubiera odiado que se quedaran estancados por mi muerte.

Cuando ella se pone de pie y se acerca a mi amigo, cuando él la abraza y la pega a su costado, cuando ambos se quedan en silencio observando el lugar donde mi cuerpo descansa, rio feliz. Los extrañaré hasta que sea la hora de encontrarnos nuevamente. Espero que falte mucho tiempo para eso. Quiero que vivan, rían, gocen la vida y la compañía que se dan.

Miro hacia el cielo. Luce más luminoso ahora.

—¿Quieres irte ahora? —escucho que pregunta mi amigo. Vuelvo mi vista hacia ellos y la veo asentir. Vuelve a arrodillarse para despedirse.

—Feliz cumpleaños —murmura. Sus ojos se llenan de lágrimas, pero entonces sonríe y se incorpora—. Vendremos a verte pronto.

Lo mira y él besa su frente, entonces le rodea con los brazos. Ahora que sé que la mujer que amamos está en las mejores manos, estoy mil veces mejor. Eso era lo que me molestaba un poco, el verlos siempre apagados, pero ahora que veo que van recuperando su felicidad, que no me olvidan pero sí aprenden a vivir con mi ausencia, sé que podré descansar en paz.


Es un relato corto auto-conclusivo, así que esto sería todo. Gracias por leer ♥

La mujer que amamos ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora