Capítulo 2

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Suspiro de nuevo, mentalizándome por décima vez de que debo de tocar el timbre de casa. Llevo más de diez minutos parada en la puerta de entrada, sinceramente sin saber por qué. ¿Sabrán Natalie y Rebecca lo ocurrido en el bosque? No creo que John les haya avisado de ello, pero en el caso de que sí; me espera una buena charla al entrar a casa.

Nathan estuvo conmigo los primeros cinco minutos esperando a que entrara, pero al darse cuenta de que iba a tardar lo mío en hacerlo decidió irse a casa. No lo culpo por ello. La situación en la que se encuentra es difícil y, sinceramente, no sé cómo voy a poder ayudarlo a llevarla. Me duele saber que quizás pueda hacer algo para ayudarle, pero no saber qué hacer me está matando.

He de reconocer que toda esta situación me sobrepasa ¿qué debo hacer? Hablarlo con Natalie y Rebecca no es una opción y estoy rezando internamente para que John no les diga nada de lo ocurrido esta mañana. Ya tengo bastante con la charla que él me va a dar nada más llegue a casa como para añadir otra más a la lista. ¿Debería decirle lo de Nathan? No. John hará su trabajo esté Nathan involucrado en él o no.

El problema, a decir verdad, es que no tengo ni idea de cómo voy a robarle el expediente del caso, ni siquiera sé dónde los guarda. Además, no sé por qué, pero tengo el extraño presentimiento de que este jueguito que nos traemos entre manos Nathan y yo solo nos va a causar problemas. ¿Qué demonios haremos si encontramos al asesino?

- ¿Qué haces ahí parada? – Pego un pequeño salto ante la sorpresa de ver a Natalie frente a mí y la puerta abierta de par en par. – Anda pasa, te vas a congelar.

Le hago caso y me adentro en la cálida casa. Echaba de menos esto. Hacía semanas que no venía debido a los trabajos y las clases. El olor a comida recién hecha me pega de lleno en la cara; no he desayunado y me estoy muriendo de hambre. Con todo lo ocurrido al final Nathan y yo llegamos algo más tarde de la hora de comer. Natalie y Rebecca han debido de estar esperando para poder comer todos juntos.

Me reconforta ver la figura de "mi madre". Tiene el pelo oscuro recogido en una desordenada trenza, las gafas de trabajar puestas y para rematar, va en bata. Aun así, se ve preciosa. Es cierto que el paso de los años hace efecto en ella, como en todos; ya no es la mujer que veo en las fotografías que hay colgadas por el pasillo. Es alta, como Becca. Ha heredado la altura de su madre y el pelo rubio de su padre. Yo, sin embargo, sigo teniendo la misma estatura que hace dos años. Según Natalie ya pegaré el estirón, puesto que Becca lo hizo, pero yo no lo hice con ella. Sigo estando exactamente igual que hace dos años atrás.

- ¿Y John? – Pregunto.

Se supone que debería de haber llegado para la hora de comer, pero parece que se le ha complicado el trabajo más de la cuenta. Supongo que no es fácil decirle a los padres de un chico que su hijo ha muerto. A decir verdad, el trabajo de John no es sencillo. En Troms, que es un pueblo tranquilo, casi nunca se necesita de la ayuda de la policía, pero cuando ocurren estas cosas... Todos nos conocemos. John sabía perfectamente que iba a encontrar a ese chico muerto igual que sabía que Kelsey no iba a aparecer. De hecho, dudo que esté viva. Lleva dos años desaparecida, sin dejar rastro alguno, pero mi profesor y la mayoría de su familia se niegan a aceptarlo. Llevan dos años buscándola sin parar. Siento pena por ellos y por la chica; si alguno de mis seres queridos desapareciera yo también removería cielo y tierra para encontrarlo.

- Se le ha complicado el trabajo. – Responde la que es mi hermanastra desde la cocina.

- ¿Becca ha cocinado? No quiero morir por intoxicación alimenticia. – Bromeo.

Definitivamente no saben nada de lo ocurrido en el bosque, aunque estoy completamente segura de que no tardarán en preguntarme por ello; saben perfectamente que he pasado ahí la mañana junto a Nathan.

El poder de la SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora