Luciérnagas y fulgor azul

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Hola de nuevo, heme aquí de nuevo con esta historia sacada de no se donde cuando tenía contempladas otras, pero bueno, solo espero que la disfruten y no sea demasiado cliché. Lalala~

Advertencias: un poco de shota o.o!

...

Han pasado varias primaveras desde que le conozco, han pasado unos cuantos veranos desde que decidí acercarme a él, han pasado un par de otoños desde que me di cuenta que caí ciegamente ante su forma de ser, en este invierno, abrace la idea de quedarme a su lado sin importar que.

Las ramas de los sauces hacen de cortina natural para su silueta esbelta que camina sin rumbo fijo tras las paredes altas que le acorralan. Sus ojos esmeraldas miran de vez en cuando el cielo estrellado aunque uno de ellos, como si fuera media luna, puede ver solo en realidad este plano. Su ojo derecho ve la luz, su ojo izquierdo la oscuridad. Para él no es malo y para mi, es una suerte.

Le miro sin decir nada, dejo que ande entre las raíces petrificadas que serpentean en el suelo durante esta noche en que le eh ayudado a escapar de su prisión parcialmente solo para verle. Suelo hacerlo. Algún día, un día indicado para él, me lo llevare definitivamente, pero para ello...

-Umh...

Su quejido bajo, llama mi atención. Sus ropas blancas se han ensuciado y dando pasos sobre una rama que se arquea llega hasta mi, con ojos desilusionados.

-¿Qué pasa? -Le pregunto al pequeño de cabello rubio sin moverme un centímetro de mi cómodo puesto bajo la protección de uno de los sauces más grandes y viejos de la propiedad.

-Quería llenarlo.-Contestó mostrándome un frasco vacío con una tapa llena de agujeros.-Con luciérnagas.

-¿Insectos? -Interrogue notando que Arthur fruncía el entrecejo enfadado.-¿Por qué haces berrinche?

-¡Eres malo! -Gritó dándome un golpecito con la palma abierta en la frente.- ¡No lo recuerdas!

Le mire un poco más, tratando de descifrar que era lo que quería decir. Tarea que sería mucho más sencilla si leyera su mente pero me prometí que no usaría mi naturaleza con este pequeño niño que se irritaba con facilidad.

-Y-yo quería regalarte algo bonito. Las luciérnagas brillan con una luz que me gusta.-Explicaba con mejillas encendidas.- Mamá dice que es normal regalar algo a quien te gusta cuando es su "universorio"

-¿Aniversario? -Corregí y Arthur apretó los labios asintiendo una sola vez.-Sigh...

Ya lo entendía, hoy era un año más desde que Arthur dijo que me quería. Apenas tenia seis pero era muy despierto para estas cosas que los humanos les gustaba hacer en sus relaciones. Era un buen niño, con un alma pura y ninguna mancha, terrible en cuanto a personalidad, con un don que le había traído problemas.

Uno de esos problemas, era yo. Mi interés se convirtió en obsesión.

"Lujuria", un ser infernal bajo mi orden, solo se burló de mi cuando se entero de este asunto. Pero no iba dejarlo.

-Esos insectos solo aparecen si hay agua cerca.

-Oh.

Desilusionado Arthur contempló su frasco vació.

-Agh...

Odiaba verlo triste.

Irguiéndome un poco, mis alas oscuras como el lugar donde dormía a menudo se desplegaron, Arthur abrió su pequeña boca asombrado como si fuera la primera vez que las miraba (admito que me gustaba esa expresión en su rostro) sus ojos brillaron cuando mi cabello se torno oscuro dejando el rubio, mis garras aparecieron junto a los cuernos que se enroscaban a los lados de mi cabellera delatando mi verdadera apariencia. Utilizaría algo menos que una pizca de mi poder para consentir a este niño.

El precio de mi deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora