01. 하지마

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Aquel rubio chico estaba en la azotea de un viejo y abandonado edificio. Era la quinta vez que intentaba ponerle fin a su vida, ya estaba decidido. Nada ni nadie lo detendrían o al menos eso creía.

Oh Sehun, estaba harto de la vida que tenía. Todo era una mentira.
Sus padres solo lo trajeron al mundo para cobrar una maldita herencia y cuando lo hubieron hecho, se olvidaron de que existía. Lo dieron en adopción sin remordimiento alguno, olvidándose de él.

Vivió en muchos orfanatos, tuvo innumerables padres adoptivos pero ninguno supo darle amor, esas personas solo lo utilizaron a su antojo y cuando ya no les sirvió lo desecharon, como si fuera un trapo sucio y viejo.

A sus 18 años de edad, la vida le sabía a nada. Todo le importaba menos y lo único que quería a gritos era desaparecer de la faz de este mundo, olvidarse de todo y todos.

"Salta. Es lo que siempre has deseado" le susurró su voz interior.
"Un paso más y seremos libres. Un paso más y nadie se aprovechará de nosotros" volvió a persuadirlo sabiendo lo vulnerable que era.

Sehun exhalo un suspiro y se preparó para saltar. Ya lo había resuelto. Ya no más. No quería seguir trabajando en aquel negocio de su "padre". Tenía cicatrices y golpes que todas esas visitas le daban. De tan solo recordar las palabras morbosas o las miradas lascivas sentía asco de sí mismo.
Se odiaba por ser tan cobarde y sumiso. Detestaba que lo manipularan y lo obligaran a hacer cosas que no deseaba, su cuerpo había sido profanado cuando apenas era un niño y esa mala experiencia le había traumado su existencia.

Miro una última vez a su alrededor. Postuló una sonrisa en el rostro y abrió los brazos. Sintiendo una paz interior.

"Uno" levanto un pie.

"Dos" inclinó el cuerpo.

"Tres" se impulso para saltar pero nunca sintió el aire golpearle el rostro o el vértigo al descender.

Lamentablemente, su torso había sido envuelto por dos brazos desconocidos.
De inmediato perdió el equilibrio y cayó de espaldas al suelo, aunque su cuerpo estaba encima de otro y la persona que recientemente lo había interrumpido vociferó un gemido.

—Demonios. Eso sí que dolió- se quejó una voz aniñada a sus espaldas.

Sehun se sintió incomodo ante tal cercanía, aquella persona se aferraba a él cómo si tuviera miedo de que al soltarlo, él fuera capaz de terminar lo que había planeado.

— ¿Estás bien? ¿No te has lastimado? -susurró esa voz a su oído, haciendo que sus vellos se erizaran.

Bruscamente se levantó, agarró su maleta y se preparo para salir huyendo de allí. Pero su escape fue detenido por una mano.

— ¿Por qué lo hiciste? -le cuestionó aquel joven de voz aniñada y rostro femenino.

—No te importa. Así qué déjame en paz. -se zafo de su agarre y trato de salir pero aquel muchacho se interpuso en su camino.

—Me importa y mucho. Soy un profesor y mi deber es cuidar de los jóvenes como tú -respondió con voz firme. - Podemos conversarlo, y si me dices todo prometo no llamar a tus padres -negoció.

Sehun rodó los ojos y sonrió irónicamente. Le valía un centavo que sus padres fueran avisados, aquel hombre que lo mantenía era muy consciente de la actitud suicida que él tenía.

—Haga lo que quiera. -gruñó con una risa burlona.

A Luhan le dio cólera su respuesta. Sehun estaba siendo testarudo. Y un poco de esa actitud le dio tristeza, por los años que tenía laborando, sabía que los chicos cómo él eran buenos solo que demasiado desconfiados e inseguros para dejarse ayudar por otros.

Last Dance  |HunHan|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora