Luego de acomodar las flores delicadamente en su tumba, ya cuando iva a amanecer, madelina se tira al pasto y observa como el sol va iluminando el lugar, ella no duerme, no come, puede, pero no lo nesecita. Sopla y el aire se calienta, cuando está en vida trae alegria a todo lugar, nació en primavera. Se va a pasear por los extensos campos hasta que ya no ve su hermoso "jardín" en donde su cuerpo se encuentra enterrado, curiosamente en este jardín se puede notar claramente que crecen unas flores de colores y olores únicos que ayudan a dividir el campo común de ese pequeño cementerio en donde reposan dos cuerpos.
Luego de caminar hasta el medio día acompañada de los pájaros y la brisa, llega a lo que parecería ser una pequeña panadería en medio de la nada, atrás de ella solo hay una carretera fantasmal sin un alma a kilómetros.
La panadería era vieja pero tenia un toque dulce y comfortable con la luz del sol en esa posición. Nunca se había alejado tanto de su "hogar" y se preguntaba que sucedería si ella entrase a la panadería y hablara con alguna persona. Es algo que se ha cuestionado por mucho tiempo pero a temido comprobar,¿y si no la pudiesen ver? ¿y si causa terror a la gente? Solo eso le faltaba para arruinar lo poco de vida que le quedaba dentro de sí. Este día se armó de rencor y vacilando una o dos veces cogió la puerta y la abrió. El aire de aquel lugar removió su desordenado cabello y le entró un escalofrío inmenzo, adentro se encontraban tres hombres discutiendo acerca de cosas que a un muerto no le podrían importar. Madelina les observó sin decir nada, congelada, no había oido otra voz además de la suya desde hace 5 años, esperaba alguna reacción de parte de los hombres, que la obsebaran, le dijeran algo, cuando menos la mandaran sacando, pero nada parecía haberles llamado la atención. Madelina se preguntaba si se debía a la apasionada discución que los tres hombres mantenían o si para ellos, ella era simplemente invicible. Pero sin espera ni advertencia uno de los tres hombres, el más viejo según Madelina pudo observar, sacó un revólver y gritó apuntando hacia el menor de los tres:
-Pues si no salen de este bar ahora mismo, tu mueres en este mismo segundo!
Y sin reproche tiró del gatillo.
Luego el otro de los hombres pálido e impresionado intenó salir lo más rápido posible del lugar, pero una bala lo alcanzó y cayó inmóvil en el piso antes de que Madelina se diera cuenta. Luego el viejo hombre se paró y apuntó su arma al barman que estaba sirviendo las bebidas alcoholicas.
Madelina se había equivocado, no era una panadería, era un gran bar, antiguo, desgastado, con personas extrañas, que vestían extraño, y se comportaban extraño, Madelina en otro momento más tranquilo hubiera podido compararlos con vaqueros del siglo 18 cuando mucho.
-¿Tu has visto algo?
Le preguntó al barman sin dejar de apuntarlo con el arma.
-No caballero, yo no he visto nada que tenga que comentar al sheriff.
Susurró el barman tembloroso de miedo, que había presenciado todo el horror.
el viejo bajó su arma botó el cigarrillo que tenía en la boca al piso, y luego volteó hacía la puerta, donde estaba Madelina. Volbió a levantar el revolver
-¿Y tu quien eres? ¿No sabes que las mujeres no pueden entrar a los bares?
A Madelina le corrió la primera lágrima después de tal espectáculo tan atroz, y con voz temblorosa solo alcanzó a decir:
-Yo soy Madelina.
ESTÁS LEYENDO
Recogiendo flores para nosotros, los muertos
Teen FictionMadelina es una chica hermosa, nacida en Italia, camina por los prados mientras recoge sus flores y mira al cielo en busca de estrellas, mientras observa aquellas constelaciones tan lejanas, piensa en su madre Rudith, nunca más volbería a verla, ta...