Capítulo 1

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'Lo bueno de tener el corazón hecho pedazos, es eso, que las balas de los demás, tal y cómo entran, salen.'


23 de Noviembre de 2014, Brooklyn.

A pesar del frío que hace ya, mis únicas prendas de vestir consisten en unos pantalones de gimnasia, unas botas y una camiseta de tirantes, todo negro, lo que vuelve a hacer que resalte mi piel pálida.

Ese año aún llevaba el cabello largo, casi por las caderas, así que lo tenía recogido en una coleta para que no me molestara en mi entrenamiento.

En frente de mí se encuentra Jace Herondale, un buen amigo, y el cual había considerado cómo un hermano mayor para mí. Siempre me dice que me parezco muchísimo a Isabelle Lightwood, hermana menor de Alexander, porque ambas tenemos el cabello negro al igual que los ojos. De vez en cuando solía decirme que en lugar de ser hija de los Penhallow, era hija de los Lightwood, y llegué a tal punto, que me lo acabé por creer, hasta que me demostraron lo contrario.

Jace tiene sus ojos dorados clavados en mi minúscula pero ágil figura. En la mano derecha lleva una larga espada, de hoja brillante y afilada, y yo en cambio solo sujeto un pequeño cuchillo que escondo por mi habitación por si las moscas, aunque no puedan entrar demonios en el Instituto. En un abrir y cerrar de ojos, tengo a Jace a escasos centímetros, blandiendo su espada contra mi brazo, pero yo lo detengo de inmediato con la punta del cuchillo. Aprovecha mi distracción para darme una patada en las costillas. Retrocedo unos pasos, tambaleante, pero no caigo al suelo, estoy más que acostumbrada a los golpes de Jace, aunque haya veces que se pase un poco con la fuerza que utiliza.

Me abalanzo sobre él, con la empuñadura bien agarrada y la hoja del cuchillo bien alta, lo suficiente para llegarle al corazón, pero me detiene con un puñetazo en la cara. Ignoro el dolor y dejo que la sangre salga de mi nariz y vuelvo a intentarlo otra vez.


El tiempo a pasado demasiado rápido y no sé cómo mi cuchillo a acabado sustituyendo la espada de Jace, que ahora descansa en la otra punta de la sala. Se acerca corriendo a mí, más que dispuesto a atravesarme el corazón si hace falta. Me quedo quieta durante unos segundos, y cuando lo tengo cerca, agarro parte de la empuñadura del cuchillo con la mano izquierda y su muñeca con la mano derecha, haciendo que el arma vuelva a mí. aún agarrando la muñeca del mayor, hago que gire y quede de espaldas a mí, con el brazo doblado y con mi afilado cuchillo en su garganta, amenazándole con cortarle la yugular. Mi caliente aliento choca contra su oído, provocándole un leve escalofrío. Hemos estado cómo dos horas luchando, y nuestras respiraciones siguen igual que al principio; calmadas y regulares.

Después de un minuto y medio con el cuchillo en su garganta, me aparto, concluyendo así la sesión de entrenamiento.

-Vaya, has mejorado bastante-Me dice mientras va a buscar su espada. Por un momento me a parecido oír algo de impresión en su voz, pero lo descarto de inmediato, ya que eso es algo casi imposible.

-¿Te pensabas qué iba a quedarme atrás sin llegar a ser tan buena guerrera cómo vosotros?

-Aún te queda mucho que aprender.

-No me digas, no lo sabía-le suelto sin más. Guarda la espada en su lugar y se acerca a la puerta y la abre.

-Mañana otra vez, a la misma hora. Te enseñaré algunos trucos.

-Cómo el señorito mande-reprocho, y tras eso, sale de la sala de entrenamiento, cerrando la vieja puerta tras de sí y dejándome allí sola. Lo que no sabía era que en el 2015 que se aproximaba, todos los entrenamientos y todas sus lecciones, me iban a servir de mucho.



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