Capítulo 2

6 1 0
                                    

Que si te caes te levantas, no te dejes vencer; que si te tocan les hundo, esa es la regla, joder.

14 de Mayo de 2015

He dormido un día entero, porque cuando miro mi móvil ya es día catorce, y que yo sepa me quedé dormida el trece.
Miro la hora. Las diez y cuarto.
Sigo medio zombie y me levanto de la cama. Miro a mi alrededor. No recuerdo haber colocado las cosas, y mucho menos ponerme el pijama.
Alexander.
Sí, seguro que fue él. Hago una mueca de asco al pensar que me puede haber visto en ropa interior.
Voy al armario y saco lo primero que pillo; unos pantalones tejanos rotos y una sudadera gris con letras negras. Me visto junto a mis vans. Voy al baño y peino mi corto cabello, que aún así no entiendo cómo pueden salir nudos.
Vuelvo a la habitación y hago la cama. Bajo al salón y encima de la mesita me encuentro dinero. Me encojo de hombros para mi misma, cojo las llaves junto con el dinero y salgo de casa.


Ya hace dos horas que salí y al no conocerme la ciudad me perdí. Ahora estoy en un supermercado llamado 'Mercadona', con una cola larguísima enfrente mientras mis manos se aferran con más fuerza al carrito por la impaciencia. Jamás soporté esperar.

Media hora después es mi turno. No sé cómo tardan tanto si en cinco minutos ya estoy fuera cargada de bolsas hasta arriba.

Cuando ya estoy a dos calles de mi casa, la sangre no circula por mis dedos debido al peso. Suelto una especie de gruñido, lo único que puedo hacer ahora. Despisto mi atención un momento a un coche que pita a no sé quien y choco con una figura más alta que la mía. Ya que mi cuerpo está entrenado a apenas balancearse al chocar con algo, me quedo quieta en el sitio, mirando la camiseta negra que tengo enfrente, y también los costados de una gruesa chaqueta color verde. Alzo la mirada y lo primero en lo que me fijo, es en esos ojos azules que se mezclan con verde claro, luego en unos labios finos, mandíbula más cuadrada que redonda y unos rubios pelos rebeldes que sobresalen de debajo del gorro de la chaqueta. Retrocedo al ver que está tan cerca.

-Lo siento, no vi por donde iba-procedo a disculparme de inmediato.

-No te preocupes..parece que esas bolsas pesan, ¿te ayudo?-se ofrece.

-Sería lo mejor que un desconocido haría por mí-y aunque sea una Cazadora y sea fuerte, cansa caminar más de dos manzanas con unos seis kilos en total. Toma las bolsas que llevo bien sujetas a las manos, haciendo que la sangre vuelva a circular por mis dedos con normalidad y caminamos el resto del trayecto en silencio. Al llegar deja las bolsas en la entrada y se da cuenta de que a cometido un pequeño 'error'.

-Disculpa, no me he presentado. Mi nombre es Calum, Calum Heaslip-me sonríe de lado, algo que me deja atontada unas milésimas de segundos y me extiende una mano, la cual le estrecho.

-Un placer, yo soy Camila Penhallow, pero puedes decirme Cam o Cami.

-¿Penhallow?-pregunta extrañado.- ¿De donde es ese apellido?

-Bueno..la verdad es que no lo sé. Mi padre es inglés, mi madre italiana, y mis abuelos a saber-intento excusarme, pero lo de mis padres es cierto.

-Bueno, me alegro de haberte conocido. Hasta la próxima-y mientras se da la vuelta, se despide con la mano. Me quedo unos minutos en la entrada, observando cómo esa alta figura de chaqueta verde, cada vez se hace más diminuta; hasta desaparecer por completo de mi campo de visión.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 02, 2016 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Estrellas del firmamentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora