Capitulo 3

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Heracles miraba con atención al de ojos chocolate ¿Que veía en èl? Solía preguntarse, pero eso era una cuestión que no podría contestarse, sólo podía pensar en acercarse a aquel joven como lo estaba haciendo en esos momentos. El castaño caminaba a paso lento hacia el azabache, era un martes por la mañana y el salón comenzaba a llenarse.

-Buenos dias- dijo con la voz adormilada.

-Buenos dias- respondió el asiático dirigiéndole por un momento la mirada, ello le dio tiempo al griego para observar sus facciones con más precisión- ¿Sucede algo?- la mirada del castaño le incomodaba.

El muchacho negó con la cabeza.

- ¿Te esta molestando?- una voz preguntó tras el griego, el tono de esta tenía cierta molestia.

- No ocurre nada Arthur-san- contestó con serenidad el joven japonés.

Ambas miradas esmeraldas se cruzaron, una más clara que la otra, ambas demostraban molestia e incomodidad, una incomodidad indescriptible a pesar de aún no conocerse tenían algo claro, se estorbaban.

El silencio fue interrumpido por el sonido del cuerpo del inglés al caer al suelo.

-¡Quitate de encima!- grito enojado el rubio mientras intentaba apartar el cuerpo que lo estaba aplastando sin éxito alguno.

-¡Good morning!- exclamó con una voz animada Alfred- ¿Que tal estas Arthur?

-Estaría bien si te movieras.

-Siempre eres así de aburrido- comentó el americano levantandose- aburrido- mufo haciendo un puchero.

El inglés se limitó a mirarlo con fastidio.

-Muevete- le dijo al griego una vez se levanto- estas en mi lugar.

Heracles lo miró adormilado.

No- dijo momentos después haciendo que Arthur frunciera el ceño, se estaba impacientando.

Abrió la boca dispuesto a decir algo, no estaba dispuesto a dejar que "ese" se acercara de una manera tan fácil a su Kiku.

-Sientate conmigo- habló antes el americano tomándolo de la mano para llevarlo a su asiento, no tuvo momento de protestar y de todas formas el chico no lo dejaría, lo conocía a la perfección. Tendría que resignarse a pasar la clase lejos del asiático.

Se sentó junto al rubio y dio un suspiro, luego se le unió el americano quien tenía el rostro serio.

-¿Sucede algo?- preguntó el inglés, recibiendo un cortante "No" por parte de Alfred- Como quieras- dijo el inglés, no tenía ganas de entrar con rodeos, aquel griego lo había dejado con un mal sabor de boca.

Un silencio incómodo se hizo presente entre los angloparlantes y ninguno tenía en sus planes romperlo, Alfred se encontraba consumido en sus pensamientos y Arthur demasiado concentrado en el griego que hablaba amenamente con el asiático. Así fue hasta que dio el timbre.

"Lo mataré"

Al final del cielo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora