Los muros del iceberg

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Estoy tan cansada. Llevo meses durmiendo sobre tu promesa de no abandonarme nunca. Me duele cada músculo, se me tensa hasta el último nervio, se me rompen los huesos cada vez que me acuesto sin ti. Aunque sigas aquí.

Tus caricias eran plumas de pájaro, y yo alzaba el vuelo con ellas. Tus caricias ahora son arañazos en los ojos, golpes bajos; tus caricias ahora, son un pájaro muerto.

Déjame buscar en mi llanto un acorde que defina el dolor de la pérdida. Déjame perderme en el llanto. Nada puede ser más amargo a la vista que nuestro olvido mutuo.

Con tanta falta de calor se nos ha congelado el odio. Pero también el amor. Indiferencia es una palabra horrible, y nos quiere sacar a bailar.

Nuestro último abrazo fue un barco a la deriva. Dime quién evitará el naufragio ahora que han huido hasta las ratas.

Ejecución de la memoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora