Mis manos temblaban, mi pecho se saldría en cualquier instante.
Tenía miedo. Miedo de verte igual, miedo de que sigas muerta.
Mis ojeras perforaban la piel seca y blanda. Las pesadillas, las lágrimas y los recuerdos me carcomían. Estaba roto, respirando, mirando a la nada.
Tragué saliva. Una lágrima, dos lágrimas. Tres. Cuatro.
Imaginaba tus labios. De rojos a azules. Labios azules, venas azules. Azul, el color del planeta desde muy lejos.
¿Estás muerta?
Solo quiero ver tus ojos.
Solo quiero verte sonreír.
Por favor, vuelve a sonreír.
—¿Jack? —escuché la suave voz de Lia. Giré la cabeza y la vi. Estaba sonriendo con los ojos cristalizados—. ¿Puedes venir un segundo, dulzura? —asentí.
Sentí que mi estómago daba un vuelco. Era la hora de la verdad.
Me levanté de la silla, inhalé hondo, sintiendo el nauseabundo olor a desinfectante con un leve y casi invisible tabaco. Agaché la cabeza. Otra lágrima. No quería, no quería estar en anteriores situaciones.
Caminé. Lento, inseguro. Como si tuviese que enfrentar ver a mis padres después de haber hecho algo malo. Como si tuviese un mal presentimiento. Como si me costase respirar.
Y antes de que me diese cuenta, ya estaba enfrente a la puerta b-15. Mis manos se anestesiaron, al igual que mis piernas. No quería moverme, carecía de opciones. Toqué el picaporte. Frío como ella. Abrí la puerta. Me quedé paralizado, con los ojos cerrados y las mejillas empapadas. No quería verla.
—Jack. —escuché alguien susurrando mi nombre. Ese susurro que hizo de mi estómago un nudo. Ese susurro que me hizo sonreír. Ese susurro que me abrió los ojos.
—¿Mamá?
N/a: Este es el final. Y, como toda de mis historias tiene un epílogo, lo publicaré en unos días, al igual que los agradecimientos. Espero que les haya gustado esta bonita historia.
Los ama;
Titanium girl.
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Querida mamá: Despierta. [1]
Historia Corta❝Querida mamá; me quedaré esperando hasta que abras los ojos para abrazarte.❞ Él sólo otra un niño que extrañaba ver a su mamá despierta.