soledades

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El frío tacto de una sombra moribunda acaricia lágrimas dejando cortes allá por donde pasa.
Y cada corte un recuerdo. Un recuerdo reacio al contacto de un salvador ahora odiado por las esclavas de rojo y muerte que nunca devieron salir de sus escondites.
Cantan, bailan y rezan la llegada del vengador que ya no busca el bien propio, sino la desdicha agena. Solo buscan encontrar en la sabia del árbol crecido el amargo de la vida.
No es la búsqueda de una raíces roídas lo que satisface el alma del condenado, sino su salida al exterior, su exposición a los prejuicios del bosque que solo busca el ridículo de sus miembros y lo caricaturesco de su existencia.
No es el bosque nada mas que una comuna de desdichados, incapaces de reaccionar ante cualquier impulso.
Deseos de experiencia y anhelo de vida.
Fe de incautos.
Descanso de gigantes.
No es pues mayor situación la del colibrí que tiene que batir entre sus alas nada mas que una metáfora de en sueño. Sueño que muere con el frío invierno. Frío invierno que fenece en las sombras del recuerdo. Frío invierno que siempre regresa a pesar de ser asesinado una y otra vez por el canciller de las inseguridades. Un redentor de los recursos de la vista, que se ajusta a los secretos de los que no volverán a encontrar el camino de vuelta a un hogar en llamas.
Llamas nacidas de la confianza y del engaño que acompaña al rojo que tiñe la verde esperanza de los jardines divinos en cenizo soplo de independencia.
Argumento de infinidad de frustraciones y dolores. Dolores periódicos que carecen de caducidad.
No es la promesa del fin de una era gloriosa para las ilusiones y los engaños, sino el pánico por la muerte de unas tierras nunca antes labradas lo que provoca incierta tranquilidad en los subordinados y durmientes.
Son las rapaces las que llenan el cielo con sus figuras omnipresentes. Como una farsa, estas se mantienen espectantes a los resultados de sus actos anteriores que las juzgan, las clasifican y las premian.
Pues el premio más inmerecido es el odio. Odio, hijo de la rabia, discípulo de los hechos y, ahora, maestro de las rapaces.
La venganza es un plato que se sirve frío, pero antes de que llegue a enfriarse el incauto y el confiado ya han incado el diente a la manzana prohibida y se han convertido en siervos del tirano.
Tirano que no se ha ganado su nombre en vano, sino de tirar de sus siervos trayendo consigo el secreto de la sabiduría eterna. Sabiduría eterna que le da la razón al tirano. Pero el tirano no quiere razón. El tirano quiere poder.
El tirano ignora las palabras de su nuevo juguete. Pero los juguetes poco duran nuevos y rápidamente se convierten en figuras corruptas. Sabiduría ya no esta al alcance de todos. Ahora todos están al alcance de sabiduría. Empieza la búsqueda de la salvación. Salvación que sabiduría tiene escondida entre sus faldas. Sabiduría solo tiene una lección mas que enseñarnos.

Para conseguir lo que quieres tienes que mancharte las manos. Manos sucias y tajantes, que con corte eficaz convierten la mirada del desconcertado argumento en ambiciosa controladora.

MetaforasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora